Un domingo que fue un anticipo primaveral de esos que, de vez en cuando, nos regala el mes de febrero. Un domingo que, futbolísticamente hablando, se presentaba difícil no solo por la calidad del equipo visitante, que la tiene y así lo demostró ayer, sino también porque, en lo que va de temporada, apenas hubo triunfos claros ni tampoco fáciles.
Con todo, lo cierto fue que el Oviedo salió concentrado y concienciado, de modo y manera que el gol de Toché, precedido de una gran jugada de Susaeta, hizo que el Tartiere fuese un clamor y que la afición manifestase su entusiasmo. Por fortuna, tras el gol, al Oviedo no le quemaba el balón en los pies, y no cundió ese nerviosismo tan nocivo al que desdichadamente estamos acostumbrados.
El equipo, a pesar de ir por delante en el marcador, no se vino abajo ni se echó atrás. Fue una meritoria primera parte la que hizo el once carbayón.
Sin embargo, tan pronto dio comienzo la segunda parte, el Getafe consiguió empatar y se nos antojaba difícil ganar el partido porque el equipo visitante se defendía muy bien y tampoco renunciaba al ataque. Sin embargo, el Oviedo empujó y la garra y la lucha acompañaron al equipo hasta el final. Y, en fin, llegó el gol de Erice que se encontró con un balón al que le dio a romper y consiguió marcar el tanto de la victoria. Al jugador navarro hay que reconocerle que no escatima esfuerzos y que su compromiso en el campo es total.
Tras ponernos dos a uno, el Tartiere fue una fiesta. No perdamos nunca de vista que el oviedismo lleva dentro una épica que desea salir rugiendo tan pronto entremos en una racha de victorias que nos consolide.
Por otra parte, hubo una serie de detalles que deben ser consignados. Susaeta, por ejemplo, no solo fue decisivo en el primer gol del Oviedo, sino que además protagonizó una jugada a pocos minutos del final que puso al público en pie, tras hacer un regate magistral cerca del banderín de córner. Por su lado, Berjón sigue demostrando que es un gran jugador. Sin embargo, parece estar lejos de un estado de forma óptimo. Y Diegui recibe el apoyo y cariño del público en cada jugada que le sale bien. Casi podría decirse que está siendo el talismán de esta buena racha que esperemos que se prolongue.
En otro orden de cosas, hoy Borja Domínguez no hizo ese partidazo que lo consolide como el cerebro del equipo. Tiempo habrá.
Anticipos primaverales entre un equipo y una afición que, por fin, parecen gustarse y motivarse.