Ese veneno de las buenas rachas de esta temporada, que estaba en las botas de Berjón, bien sacando faltas, bien dando pases mortíferos, no lo tuvimos frente al Alcorcón, sobre todo, en el primer tiempo; ese veneno que a veces salía de las arrancadas por las bandas, tanto de Diegui como de Mossa, y que en ocasiones resultaba letal, no existió en el Carlos Tartiere ayer domingo.
Una vez más, no hay ninguna pega que poner a la voluntad que derrocharon los jugadores, pues no faltó hasta que el árbitro pitó el final, por cierto, sin permitir que finalizara la jugada de ataque que estaba en los pies de Berjón. Pero hay que reconocer que se nos mojó la pólvora, que se nos rompió el sortilegio.
No se rompió el maleficio que tenemos con el Alcorcón. Pero ello no hay que achacarlo a la falta de intensidad ni tampoco al entreguismo. En la primera parte, faltó frescura para llegar arriba con verdadero peligro. En la segunda parte, sobre todo en el balón que Toché mandó al larguero, no nos acompañó la suerte.
¿Y qué decir de la vuelta de Hidi a la titularidad a resultas de la sanción a Rocha y de la ausencia de Mariga? Confieso que esperaba mucho de este jugador, pues no olvido aquel pase matemático que le dio a Berjón desde lejos en el primer partido de la liga y que supuso un gol para el Oviedo. Frente al Alcorcón, Hidi no arriesgó apenas con pases largos y se ve una falta de sintonía en el juego que puede obedecer a la ausencia de partidos o a su estado de ánimo. Pero, sea como sea, no acaba de cuajar un buen encuentro en las últimas oportunidades que se le dieron.
¿Y qué decir de Fabbrini? Una vez más, demostró su clase, los rivales no podían con él y le hicieron faltas continuamente. Siendo todo eso cierto, el italiano aún no es un jugador decisivo.
¿Y qué decir de la mala fortuna que tuvo Viti, perdiendo aquel balón que, a la postre, le llegó al exoviedista Pereira y terminó por ser el gol de la derrota, una derrota que no hace justicia, a un encuentro en el que el Oviedo tuvo más oportunidades? Desde luego, no tienen que venirse abajo el canterano por una jugada desafortunada.
Sin veneno, digo. Sin el veneno atacante de pases letales, sin el veneno que salía de las grandes arrancadas por las bandas. Esperemos que retorne.