VIGA AZUL: GANARON LOS AGOREROS
Se cumplió el guión desde el regreso del Oviedo a la categoría de plata del fútbol español. No se consiguió ganar el primer partido, ello a pesar de que las cosas no pudieron ponerse más favorables, con un gol que no tardó en llegar y con un dominio del partido que parecía poner de manifiesto la superioridad del conjunto azul.
A ello, hay que sumarle que, en un principio, se confirmaron las sensaciones positivas de la pretemporada con un centro del campo mucho más ambicioso en manos de jugadores como Tejera, Boateng y Javi Muñoz.
Por otra parte, también resultó muy tranquilizador que Toché haya vuelto a encontrarse con el gol, pues, en el tanto que transformó se le vio una vez más oficio y olfato.
Así pues, el Oviedo iba por delante en el marcador, dominaba el encuentro y varios jugadores demostraban su calidad, entre ellos, Javi Muñoz, no solo a la hora de hacer pases con técnica y con sentido, sino también en los lanzamientos a puerta. De hecho, estuvo a punto de transformar un gol en un disparo suyo que rozó el poste.
Ganaron, sí, los agoreros. Se veía que, cuando el Oviedo atacaba, era superior al rival y que todo estaba a su favor para sentenciar el encuentro. Sin embargo, ese segundo gol no llegó, y sobrevino en empate del Extremadura con un balón que quedó suelto en el área tras el lanzamiento de un saque de esquina.
Lo cierto es que faltó que todo el equipo se conjurase para imponerse con autoridad. Lo cierto es que, entre los debutantes, a Bárcenas apenas se le vio. Lo cierto es que Anquela, fiel a sí mismo, tardó mucho en hacer los cambios y no jugó con dos delanteros hasta que Joselu salió al campo, casi a la desesperada.
Así pues, pasamos de haber podido conseguir un triunfo con autoridad al sufrimiento que supuso el intento de ganar el partido tras el empate del equipo visitante. ¿A qué negarlo? Se nos quedó cara de tontos. Abandonamos el Tartiere con la sensación de chasco dibujada en nuestro rostro.
Tengo para mí que lo de hoy fue más una cuestión mental que de juego propiamente dicho. No se trata de plantearse que se fallaron goles, o de que el portero del Extremadura estuvo afortunado en determinados lances del juego.
Lo que toca es muy distinta cosa: que no vuelva a repetirse la falta de ambición.