Tras la humillación sufrida ante el Zaragoza en la jornada anterior y después de la ineficacia mostrada frente al Mallorca en el encuentro copero, hacía falta un golpe de efecto, esto es, una victoria clara, para que el Oviedo y el oviedismo recuperasen la confianza que se volatilizó a resultas de las mencionadas derrotas.
Sin perder de vista que hubo algunos fallos en defensa que nos pudieron haber costado muy caros, lo cierto es que el Oviedo cuajó un buen partido en el Anxo Carro, llevando a cabo incluso jugadas de mérito como la del segundo gol que se forjó con pases excelentes y con un chut de Muñoz tan duro como imparable. Y, a propósito de asistencias, Folch estuvo perfecto en el balón que le sirvió a Joselu para marcar el primer gol del Oviedo.
Se confirmaron cosas muy positivas en este Oviedo: Por ejemplo, el juego incisivo de Bárcenas, que a punto estuvo de marcar un gol a pase de Berjón. Por ejemplo, la seguridad que mostró Forlín. Por ejemplo, la potencia física de Boateng, que es una aportación importantísima para esta categoría. Por ejemplo, Joselu demostró que es el delantero hábil y con el imprescondible olfato de gol que este equipo necesitaba, para reforzar una delantera en la que Toché e Ibra también pueden aportar lo suyo. De hecho, el murciano ya lo ha hecho en lo que va de liga. Y, en fin, Aarón, en los minutos que jugó, dio muestras una vez más de su calidad, pero acaso sería conveniente que redujese un poco su individualismo, levantando más la cabeza en busca de algún compañero desmarcado.
Hacía falta ganar, digo. Así se conjuró esa tristeza de la que habló Anquela al final del encuentro, y así, se pone claramente de manifiesto que el Oviedo tiene muchas alegrías que dar a su afición a lo largo de esta temporada. No andamos escasos de calidad y, por otra parte, desde el comienzo mismo del campeonato, el compromiso de los futbolistas con los que viene contando Anquela es total.
Ambas cosas no lo garantizan todo en una categoría en la que no sólo se reforzó el Oviedo, donde hay equipos que empezaron pisando fuerte desde el principio. Sin embargo, sí son suficientes para dar satisfacciones a una afición que se lo merece todo y también para mantener la esperanza, sin incurrir en bajones de ánimo que serían muy perjudiciales para todos.
Los aficionados que, a pesar de la última mala racha, viajaron a Lugo recibieron como premio una victoria que nos hace mirar el futuro con la confianza necesaria.
Lo dicho: hacía falta ganar.