Una vez más, la pájara a balón parado que nos costó un gol, pájara dejando al rematador hacer su tarea a placer, pájara también del guardameta que se quedó clavado sin salir. A partir de ahí, se jugó a contratiempo y hubo mucha más voluntad que buen fútbol, frente a un Elche que vino a Oviedo con las ideas muy claras y que exhibió una excelente condición física, además de frescura en sus evoluciones por el campo.

Casi nada le salió bien al once carbayón, salvo la jugada del empate. Mossa no es, ni mucho menos, el jugador de la pasada temporada, ni se mostró  incisivo en ataque, ni tampoco sujetó su banda defensivamente con solvencia. Diegui puso voluntad y empuje pero apenas culminó un buen pase en ataque, y también se vio desbordado por los delanteros ilicitanos.

En el centro del campo, que es la línea más reforzada en la presente temporada, las imprecisiones fueron continuas. No sólo no se dominó la zona, sino que además no se sacaban jugadas ofensivas. Muñoz estuvo mucho más apagado que en otros encuentros. Boateng, como siempre, puso voluntad y empuje. Folch se mostró más inseguro de lo que en él es habitual.

Para colmo de males, frente al Elche, Berjón no tuvo su día. Apenas le salieron pases con peligro, algo a lo que nos tiene acostumbrados. Por su parte, Bárcenas estuvo más apagado que nunca. Sólo se salvaría Joselu que estuvo en su sitio en todo momento y que no desperdició la ocasión de gol que se le brindó.

Ante el Elche, faltó, sobre todo, frescura. De hecho, en la segunda parte, se vio a un equipo visitante que no renunciaba a la victoria, frente a un Oviedo, torpe, falto de ideas y con continuos errores en los pases, errores que nos pudieron costar un disgusto mayor, esto es, la derrota.

Desde luego, teniendo en cuenta que estamos a principios del campeonato, no hay que alarmarse ni tampoco impacientarse, pero en el Tartiere, este Oviedo no se gusta a sí mismo jugando, ni tampoco hace los méritos necesarios para que la afición se enganche con su dinámica, con su estilo.

Anquela, que pareció estar muy alterado en la rueda de prensa del viernes, tendrá que corregir  muchas cosas y, sobre todo, mentalizar a sus futbolistas acerca de la necesidad de serenar el juego, alcanzar la solvencia defensiva que es imprescindible y practicar un fútbol que, al menos, sea eficaz.

Quiero creer que fue sólo un mal partido y que la falta de frescura en el juego quedará para el recuerdo.