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Luis Arias Argüelles-Meres

Panorama Vetustense

Desahuciados

«Las últimas hojas caen danzando. Se necesita una gran dosis de insensibilidad para no sucumbir al otoño.» (Cioran).

La pornografía sentimental que comercia con el dolor ajeno me resulta abominable. Detesto el tono melodramático que busca la lágrima fácil. La cursilería, cada vez más creciente, me empalaga hasta lo estomagante. No es de recibo utilizar el dolor como cebo para construir dramones, sobre todo, porque incurrir en semejante actitud es una muestra inequívoca de una falta de consideración a esas personas que sufren, sin el más mínimo respeto a su intimidad.

Digo todo esto a resultas de la noticia, sobrecogedora e indignante, que habla de la pareja de ancianos desahuciados que, desorientados y expulsados de su hogar, pasaron, como viene informando EL COMERCIO, dos días y dos noches en el Campo de San Francisco.

Todo un drama que no un dramón. Los ingresos de estas personas están lejos de alcanzar la cantidad necesaria para hacer frente a los gastos del alquiler de su vivienda. Una pequeña paga no contributiva de una de esas personas como única entrada de dinero para subsistir. Por lo visto, se condujeron con toda la discreción del mundo para no airear la situación en la que estaban.

Todo un drama, digo. Se informaron en el Ayuntamiento de las ayudas a las que podían acceder, pero, por lo visto, no las solicitaron formalmente. Y, por otra parte, el juzgado que dio vía libre al desahucio, según parece, desconocía la situación.

Todo un drama. Dos víctimas de la crisis que abandonaron el hogar donde vivían, dejando allí sus pertenencias. Salieron de allí sin ruido, con discreción. Y, con el cielo y la tierra como única propiedad, hicieron del Campo de

San Francisco su hogar. Por fortuna, no tuvieron que hacerlo con un clima frío y desapacible, algo que añadiría más desgarro aún a la situación en la que se vieron envueltos.

Es positivo que, desde el Ayuntamiento, se hayan preocupado de este drama y que haya una inequívoca voluntad de apoyar a estas personas para que, al menos, tengan un techo en el que cobijarse. Y que esta historia marque un antes y un después en el sentido de que los juzgados cuenten con la información necesaria antes de tomar sus decisiones.

Desahuciados. Tengo para mí que, a pesar del drama en el que se vieron envueltos, no les faltó dignidad para sobrellevar la situación con elegancia.

Desahuciados. En una sociedad que, por el momento, no renunció al Estado del bienestar, en una sociedad que se reclama solidaria y que, para ello y por ello, cuenta con instituciones para apoyar a personas que sufren las consecuencias de una crisis brutal que, ni mucho menos, se ha terminado, la historia de esta pareja de ancianos debe llevarnos no sólo a tomar nota de los fallos que pudieron haber provocado esta situación, sino también a extremar el respeto hacia las personas que recibieron el zarpazo de una crisis que ahonda en la desigualdad y en la pobreza.

Extremar el respeto, digo, sin dramones, sin pornografía sentimental, sin cursilería ñoña. Extremar el respeto con discreción, sin actitudes conmiserativas, con justicia.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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