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Luis Arias Argüelles-Meres

Panorama Vetustense

Recuerdos de Oviedo: Por la calle Asturias

«Mi nuca negra es el mar, /donde se pierden los ríos, / y mis sueños son las nubes/ por y para las que vivo». (Manuel Altolaguirre).

 

Se encontraban allí desde siempre, esa impresión teníamos. Me refiero a la sede de Radio Asturias y al bar Flor, que estaban al lado. En el curso 80-81, José Manuel Martínez y un servidor coordinábamos un programa en aquella emisora de radio que tenía como protagonista al mundo universitario estudiantil. Y, en cuanto al bar Flor, era una parada fija, bien antes, o bien después de la grabación. Allí nos reuníamos con los invitados, antes de entrar al estudio. Lo conté en su momento: tuvimos noticia directa del golpe de Estado de Tejero mientras estábamos grabando nuestro programa. ¡Qué cosas!

Y, más tarde, muy a principios de los ochenta, Basilio Orejas abrió el Pub el Patinete, más o menos enfrente de los lugares mencionados. Lo curioso fue que, desde el momento mismo de su apertura, la mayor parte de la clientela se comportaba como si transitasen un sitio muy familiar, en el que no era necesario un periodo de adaptación. Ello obedecía al don de gentes de Basilio que, además, tenía muchas amistades en Oviedo. Su presencia y, con ella, su conversación, eran toda una garantía para sentirse a gusto, todo un maestro como anfitrión.

Otro establecimiento, con nombre de cigarros puros, variaciones ortográficas aparte, también se instaló en los primeros años ochenta muy cerca de donde estaba el Patinete. Había una innegable voluntad de estilo en la vajilla, los asientos resultaban muy cómodos y la cristalera del establecimiento era muy luminosa. Siempre lo recordaré como un sitio muy agradable para tomar el café a primera hora de la tarde.

Estamos hablando de principios de los ochenta, estamos hablando de una de las calles más céntricas y conocidas de Oviedo, que siempre se sumó a la diversión de la ciudad, pero que en aquellos años lo hizo, si cabe, aún con mayor entusiasmo.

Había más pubs y cafés, algunos que ya tenían su tiempo; otros que se fueron incorporando a las referencias de ocio vetustenses en aquella década.

Pero, ante todo y sobre todo, las noches de los fines de semana, en horas ya muy avanzadas, era frecuente ver en la calle Asturias oleadas de gente que, en algunos casos, acababan de salir del algún restaurante cercano; también podía darse la circunstancia de encontrarse otras oleadas que venían de algunas de las discotecas próximas.

Así pues, podría aseverarse que por la calle Asturias transitaban las madrugadas de los fines de semana, así como las vísperas de fiesta, no pequeña parte del movimiento de gentes que disfrutaban de las noches vestustenses, bien gastronómicamente, bien musicalmente, bien en tertulias en las que, por lo común, nadie miraba el reloj.

En más de una ocasión, en el tiempo que permaneció abierto, comenzábamos la noche en el Patinete. Era el primer establecimiento tras la cena de los viernes o de los sábados. La música que allí podía escucharse era muy agradable, sin estridencias, también era un buen punto de partida para iniciar conversaciones que, a veces, se prolongaban durante toda la noche.

El mundo de la cultura vetustense tenía presencia también en la calle Asturias, o, al menos, no fueron pocas las ocasiones en las que nos tropezamos con rostros conocidos que la representaban, o que, en todo caso, se reclamaban fuerzas vivas de la cultura de entonces.

¿Cómo olvidar aquella madrugada de invierno en la que nevaba en la que nos dedicamos a hablar de Marcuse, de su libro “Razón y revolución”, en cuya portada destacaba el rostro de Hegel?

Buscábamos en aquel libro respuestas a lo que había sido el pensamiento predominante de aquellas últimas décadas, nos preguntábamos hasta qué punto la sociedad española de entonces, libre y liberada, tras la dictadura, podría incorporar el pensamiento de aquel autor, sobre todo, la juventud universitaria.

Párrafos y párrafos subrayados del citado libro, que discutíamos e interpretábamos, en aquella madrugada en la que la nieve era omnipresente en las calles vetustenses.

La gente, muy abrigada, disfrutaba de la calle, lanzamientos continuos de nieve incluidos, que dejaban sus restos en los guantes, que se incorporaba a las suelas del calzado de cada cual.

Y nosotros con Marcuse, preguntándonos por la música que podría acompañar aquello, buscando respuestas en muchas de sus aseveraciones, preguntándonos, sobre todo, qué podría tener de actual todo aquello en una atmósfera vital en la que queríamos creer que era mucho lo que estaba pendiente, lo que estaba por construir.

Al final, el libro de Marcuse en el bolso del plumífero; al final, también saludábamos a personas conocidas con suaves lanzamientos de nieve; al final, aquella nieve que se embarraba en el asfalto, en las aceras, formando parte del fin de fiesta en aquella madrugada de invierno.

Al final, ya camino de casa, sólo en el Campo de san Francisco, podía verse nieve limpia, nada embarrada sobre el verde; al final, huellas sobre la nieve de tantas y tantas pisadas de quienes habíamos transitado las calles con mayor movimiento nocturno de Vetusta; al final, aquellas huellas de las pisadas me recordaron a las que se forman sobre la arena de las playas, huellas, a decir verdad, efímeras, pero que, sin embargo, pueden decirnos mucho en determinados instantes.

Calle Asturias. Primeros años ochenta. La emisora de radio, su cafetería de al lado, pubs, discotecas, tránsitos de quienes disfrutábamos de las noches vetustenses.

Oviedo también fue una fiesta. Y, en aquel invierno de los primeros años de la mencionada década, la nevada fue todo un acontecimiento para los noctámbulos de Vetusta.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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