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Luis Arias Argüelles-Meres

Panorama Vetustense

UN LIBRO CATÁRTICO SOBRE GABINO DE LORENZO

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«¡Qué confusión, qué cenagal cada día más profundo! Hemos visto la lucha de intereses y pasiones enardecerse cada día, historias estúpidas, comadreos vergonzosos, los desmentidos más descarados, el simple sentido común abofeteado cada mañana(…) Y hemos terminado por encontrarlo repelente. ¡Cierto! ¿Pero quién quiso que ocurrieran estas cosas, quién les fue dando largas?» (Zola).

“El Gabinismo contado a nuestros hijos”, libro escrito por David Remartínez y Gonzalo Díaz- Rubín, es, ante todo, un instrumento catártico para la sociedad de Oviedo, para aquel Oviedo que votaba al que llevaba camino de ser Alcalde perpetuo de Vetusta. De entrada, conviene que el público lector sepa que se va a encontrar de principio a fin con un tono de ironía quevediana, que es el más apropiado para las historias que aquí se cuentan y que tienen como protagonista a aquel alcalde que se desdoblaba en majo de zarzuela, en empresario equino, en amante del boxeo, en entusiasta de la fiesta de los toros, en bailador del pasodobles, en un personaje populista, querido, admirado, y, en no pequeña medida, temido.

Un hombre desclasado al que el Oviedín del alma ensalzó y apoyó. Un político populista que resultaba gracioso a casi toda Vetusta. Un hombre de acción que inauguraba obras sin parar. Un personaje que tuvo apoyos mediáticos que, en muchos casos, rozaron la obscenidad. Un mandatario al que no sólo apoyaron empresarios y gentes de bien, sino también ciudadanos de gran porte intelectual que lo llenaron de elogios, en ocasiones, hiperbólicos.

Un político conservador que desarrolló gran parte de su vida laboral anterior a la política en la empresa pública franquista, algo en que –¡ay!– coincide con Fernández Villa: Ensidesa y Hunosa, grandes escuelas para el periodo político que vendría después.

Cuando estaba en su apogeo, cuando arrasaba en las urnas, cuando gran parte de la opinión publicada lo alababa, nunca dejé de preguntarme cómo era posible que una ciudad como la nuestra, tan amante de las buenas maneras, podía admirar a un señor tan zafio en sus palabras y modales. Pero los hechos demuestran sobradamente que así fue.

Faraónico Gabino que, acaso sin saberlo, quiso hacer de Oviedo Camelot, a su modo y manera. Con su estética de abigarrar calles y plazas, convirtió Oviedo en un ejemplo de libro de la estética de un nuevo rico. Pero, eso sí, Oviedo estaba muy guapo y asombraba a quienes nos visitaban. Estaba muy guapo y muy limpio.

No sólo fue el Alcalde que susurraba a los caballos, sino que fue también, además de otras muchas cosas, todo un virtuoso en el arte de desdecirse, por ejemplo acerca de determinados personajes. Y, por otra parte, percibía con sagacidad que todo el mundo podía tener un precio, también en lo que se refiere a su vanidad. Un ejemplo escandaloso de ello fue una especie de manifiesto de ilustres y notables de la ciudad, entre cuyos firmantes estaba un ciudadano afiliado al PSOE, manifiesto que defendía su gestión y sus impuestos en pro de un Oviedo de ensueño. O casi. Acaso la mayor broma del destino se la causó que no fue el PSOE el que puso fin a su carrera política cuando perdió la mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Oviedo, sino el propio Álvarez-Cascos, otrora compañero de militancia al que tanto ensalzó.

¿Cómo no recordar a aquel Gabino de Lorenzo con boina cuando encabezó la candidatura pepera al Parlamento español, diciendo que seguiría gestionando el Ayuntamiento de Oviedo desde el teléfono móvil? ¿Cómo no recordar aquella cantinela del famoso ‘cerco a Oviedo’, que tanto le benefició políticamente? ¿Cómo no recordar sus premios y castigos a gentes de la opinión publicada y de la política?

Un libro que, insisto, es el instrumento catártico perfecto para que todo Oviedo se pregunte acerca de la historia política de esta ciudad en los 21 años en los que Gabino de Lorenzo fue alcalde.

Son excelentes las semblanzas que se hacen de sus cercanos y son imprescindibles las entrevistas a Leopoldo Tolivar, a Asunción Rodríguez Lasa y a Juan Vega. A propósito de Tolivar, nunca dejaré de lamentar que esta ciudad no hubiese aupado a la Alcaldía a una persona con su categoría ética y estética. Tolivar representa la ciudad que perdimos.

Y, transitando el libro, la cercanía a las hemerotecas es grande. Échenles un vistazo, por favor. El arriba firmante está muy orgulloso de no haber escrito un solo artículo elogiando a este personaje. Y, como ovetense, recomiendo vivamente esta catarsis.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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