Una bolsa de plástico. En su interior, un cuchillo y una nota en la que se amenazaba al edil Fernández de Páramo a resultas de una espera de diez meses por una licencia urbanística. El remitente expresaba que tenía sus derechos, algo que no se duda, pero la manera de reivindicarlos horroriza. Así se despertó Oviedo la mañana del miércoles 10 de octubre.
Queremos creer que semejante atrocidad fue llevada a cabo por una persona desequilibrada que sólo pretende amedrantar, de forma cobarde y desesperada. En cualquier caso, no parece muy conveniente hacer hipótesis hasta que las propias Fuerzas y Cuerpos de Seguridad culminen su investigación.
Lo cierto es que además llueve sobre mojado. Tenemos ante nosotros el asesinato del edil de Llanes, aún sin esclarecer. Quedan muy cerca en el tiempo las amenazas a la alcaldesa de Riosa y algunos de sus concejales. Se diría que el ambiente se está enrareciendo y deteriorando de forma alarmante.
Es positivo que el edil amenazado haya reaccionado con serenidad y resulta gratificante que los miembros de la Corporación del Ayuntamiento de Oviedo se hayan concentrado a última hora de la mañana de ayer, respondiendo de forma democrática a este episodio.
Para nadie es una sorpresa que el clima político se está enrareciendo y que quedan muy lejos aquellos tiempos en los que la discrepancia política no implicaba en modo alguno el ataque personal, la descalificación y la falta de respeto.
Lo cierto es que, ante un panorama como el actual, sólo cabe, por un lado, confiar en que las fuerzas de seguridad hagan su trabajo y, por otra parte, a los dirigentes políticos les corresponde cuidar aún más las formas democráticas.
Está claro que la sociedad asturiana necesita que se esclarezca el crimen de Llanes, puesto que las dudas que nos asaltan no hacen más que llevarnos a una inquietud creciente y está claro también que si las fuerzas de seguridad pudieran averiguar el origen de las amenazas que últimamente se están produciendo, tal cosa traería como consecuencia que esas gentes cobardes o desequilibradas tendrían más difícil seguir extorsionando y alarmando no sólo a quienes son objeto de sus amenazas, sino también con conjunto de una población que, en su mayor parte, quiere vivir civilizadamente.
De momento, es una buena noticia que tanto el edil Fernández del Páramo como el resto de la Corporación hayan respondido con serenidad y sentido democrático. Mientras, quedamos a la espera de que se descubra a quienes se esconden bajo el seudónimo o el anonimato.
‘Detrás del matu’, que decimos por estos lares.