Alguien advirtió –creo que fue Einstein– que, entre las muchas necedades que se pueden cometer, una de las peores consiste en esperar que las cosas cambien o mejoren mientras sigamos haciendo lo mismo. Es una obviedad, lo sé, pero también es algo que conviene recordar y que, sobre todo, resulta perfectamente aplicable a la trayectoria de nuestro Real Oviedo en lo que va de temporada.
Volvimos a recibir goles a balón parado. En eso salimos casi a un tanto en contra por partido. Volvimos a perder, como sucediera frente al Rayo Majadahonda, en el último suspiro del encuentro. Miren, el busilis no parece estar en una línea de cuatro o cinco defensas, sino en la actitud, en la concentración.
Sin ánimo de exagerar, es preocupante que no haya actitud muy distinta en esas últimas jugadas en las que, como sucedió en Tarragona, se decide el resultado del partido. Esto no es una cuestión de calidad de los jugadores, ni siquiera de estrategias, sino de mentalidad. Y mal andamos teniendo que poner esto de manifiesto cuando ya llevamos jugados unos cuantos encuentros. Es un problema de falta de concentración que afecta a todo el equipo, que tiene que ir mucho más allá de lo que son declaraciones a la prensa, que tiene que traducirse en hechos.
Fíjense. Creo que hay que insistir en esto. Lo que está fallando es la base, es que haya un equipo que se conjure por defender un resultado, defenderlo también atacando, por supuesto, pero defenderlo, ante todo y sobre todo, cuando lo que se decide es cosechar puntos o irse de vacío. Así de claro, así de crudo.urge rectificar, lo digo sin ánimo de dramatismo, ni alarmismos.
Por otro lado, Ibra, desde que salió al campo, le dio empuje al equipo. El míster se habrá preguntado si es conveniente seguir así, sacando al jugador senegalés como revulsivo en el segundo tiempo, o si sería conveniente jugar con dos delanteros.
Lo único positivo que se puede sacar del partido frente al Nastic es que, como dijo el entrenador en la rueda de prensa, se mejoró el juego con respecto al partido anterior a domicilio. Hubo fases en las que se controlaba el encuentro, en la que el balón nos duraba más en los pies. De todos modos, tampoco esto es un consuelo, si, por una parte, no se sabe aprovechar. Y si, en segundo lugar, se echa todo a pique por fallos en los marcajes a balón parado.
También hay que anotar el hecho de que Borja Sánchez debutó con el primer equipo, aunque fuese faltando sólo siete minutos. Es un jugador en el que hay puestas muchas esperanzas y que, sin duda, merece tener sus oportunidades.
Tiene que haber un punto de inflexión, no sólo ganando los partidos de casa, sino también siendo ambiciosos a domicilio.
Y ese punto de inflexión debe llegar ya.