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Luis Arias Argüelles-Meres

Panorama Vetustense

VIGA AZUL: HEROICO OVIEDISMO

En el momento mismo en el que el autobús del Real Oviedo salió del hotel donde el equipo estaba concentrado, esa numerosa afición que lo escoltaba se olvidó por completo de la humillación que se había sufrido en Riazor, dejó de lado todos los sinsabores acumulados en lo que va de temporada y volcó su entusiasmo en apoyo del once azul.

Tan pronto comenzó el encuentro, las bufandas azules y el sentimiento oviedista crearon el paisaje más idóneo para la batalla futbolística que se estaba empezando a librar. Mucho más que coros y danzas, mucho más que ánimos al equipo, mucho más que fútbol: lo que se oía y lo que se veía era el oviedismo más profundamente arraigado que se sigue alimentando de las glorias de unos colores que siempre nos sustentan.

Heroico oviedismo que contagió a los jugadores carbayones, que no sólo salieron a darlo todo, sino que además se movían espoleados por la fuerza de un Tartiere que rugía.

Las consecuencias no tardaron en verse. Primero, el golazo de Ibra, tras una serie de lanzamientos de sus compañeros que buscaban la puerta contraria. Segundo, el tanto que transformó Alanís tras un pase medido y preciso de Berjón.

Aún no se habían cumplido los primeros quince minutos de juego y el Oviedo ganaba con autoridad, tenía al rival arrinconado. El oviedismo disfrutaba. La victoria, invocada en los cánticos de los más entusiastas oviedistas, se estaba logrando de la mejor manera: con ímpetu, arrollando al eterno rival y con calidad tanto en los goles conseguidos como en las asistencias que los hicieron posibles.

Tejera se crecía y se multiplicaba en el campo. Ibra mostraba poderío físico y ambición. Osvaldo Alanís parecía haber encontrado su sitio en el equipo. Javi Hernández se reivindicaba una vez más como titular con su seguridad y contundencia. Bárcenas era un continuo esfuerzo, Folch, estando aún lejos de su mejor versión, mejoró con respecto a partidos anteriores, Joselu no dejaba de presionar.

Llegó el segundo tiempo. El Sporting intentó atacar, pero hasta el penalti que transformó Carmena, la seguridad del Oviedo era grande. Fue a partir de ahí cuando cundió el nerviosismo. Sin embargo, la afición azul siguió entregada a sus colores.

Fue una lástima que el remate de cabeza de Diegui no se convirtiese en gol. En esa ocasión, estuvo muy afortunado Mariño evitándolo.

El sábado por la noche el Tartiere fue una fiesta, el oviedismo vivió una gesta inolvidable venciendo con autoridad en un derbi marcado por las malas trayectorias de ambos equipos.

El oviedismo transmitió su épica y su lírica a los jugadores que salieron al campo decididos a hacer justicia poética con su afición.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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