VIGA AZUL: SIGUE EL MALEFICIO
En efecto. El maleficio sigue y, además, por partida doble. De un lado, no somos capaces, año tras año, de obtener un buen resultado en La Romareda. Añadamos a eso que, una vez más, el partido se nos fue por una cuestión de detalles. Para empezar, de los pocos penaltis que nos pitan a favor, rara vez conseguimos transformarlos a la primera. Y, en esta ocasión, tampoco aprovechamos el rechace.
Puede decirse que, en la mayor parte de los minutos que el balón estuvo en juego, el Oviedo hizo un partido serio, defendiéndose bien, sacudiendo de forma resolutiva los ataques del rival y, en determinadas fases, controlando el balón.
No hay nada que reprochar en cuanto a la entrega y a la concentración de los jugadores. Tampoco se puede decir que faltase ambición a la hora de atacar. Distinta cosa es que, en esto último, se echen de menos asistencias que pueden ser decisivas, desmarques peligrosos para el contrario y presencia arriba.
Con todo, hay que tener en cuenta que al penalti fallado se le puede sumar la duda acerca de la posición del jugador maño cuando marcó el gol que ponía el resultado a favor del equipo local, sin perder de vista tampoco una posible falta anterior en ataque.
Fuimos una muralla poco menos que inexpugnable hasta el gol del Zaragoza. De todos modos, cuando el míster decía en la última rueda de prensa que quería más, aun siendo consciente de las dificultades, imagino que estaría pensando en algo que sucedió en el partido frente al Zaragoza. Y ese algo más, eso que nos falta, consiste, a mi juicio, en lo mucho que nos cuesta abrir vías en las jugadas de ataque para crear ocasiones manifiestas del gol.
Y, como viene siendo habitual, antes de empezar el partido, Anquela se encontró con un contratiempo que ya viene siendo habitual, como es el caso de que no poder contar con un jugador que estaba previsto que fuese titular.
Por otra parte, Mossa, que sigue esforzándose de principio a fin, creo que se encuentra lejos de su mejor versión no sólo a la hora de transformar ocasiones, sino también en cuanto a la precisión cuando tiene el esférico en sus pies.
Muralla inexpugnable, digo, hasta unos diez minutos antes de que concluyese el encuentro. Por su parte, el segundo gol que recibimos no solo fue de muy bella factura, sino que además es de esas jugadas que rara vez salen bien.
Pues eso, no rompimos el maleficio, aunque el Oviedo supo luchar y competir dignamente. Falta abrir caminos en ataque, hacer camino al jugar ofensivamente.