Sí, estuvimos sufriendo hasta el pitido final. Sí, la suerte nos acompañó en el gol de Tejera, que, al tropezar el balón en el pie de Owona, desconcertó al portero almeriense. Sí, al lado de una enorme brega y de no pocos aciertos, se cometieron imprecisiones a lo largo del partido por parte del Oviedo. Pero, con todo, no se puede negar que, aun jugando con un defensa menos, conseguimos que el rival apenas rematase a puerta y, lo que es más importante, no hubo regalos a los delanteros locales por parte de nuestra defensa.
Lo que se puede decir muy alto y muy claro es que el partido contra el Almería lo que nos deja, antes que ninguna otra consideración, es alivio, no solo porque se consiguió una victoria a domicilio en un campo difícil, sino también porque se observaron cambios que nos sacan de la agonía en la que estábamos inmersos en los últimos partidos.
De cuanto aconteció en el choque frente al Almería, lo más sobresaliente y positivo fue, a mi modo de ver, el hecho de que, tras adelantarnos en el marcador, fabricamos jugadas de ataque que pudieron haber puesto aún una mayor diferencia en el resultado. Es decir, no cundió el pánico, metiéndonos atrás, entrando en una angustiosa agonía.
Por otra parte, hay que destacar la soberbia actuación de Jimmy, que, si había alguna duda al respecto, demostró con creces que es merecedor de la titularidad. Hizo un alarde de poderío físico y de lucha, desbaratando jugadas al contrario. Y, por otra parte, quedó claro que se puede entender perfectamente con Tejera, que, por su lado, es, sin duda, uno de los jugadores carbayones que marca la diferencia en cuanto a su calidad.
El panorama –a qué engañarnos– está difícil si tenemos como objetivo alcanzar la promoción de ascenso al final del campeonato. Son pocos los partidos que faltan, además ante rivales muy difíciles, empezando por el Granada que nos visitará el próximo domingo.
Lo que queda, obviamente, es volcarnos en todos y cada uno de los encuentros que quedan por disputar. Lo demás ya no depende de nosotros.
Sin embargo, la sensación de alivio es innegable. Atrás se queda, esperemos que para siempre, la agonía que venimos sufriendo en los últimos partidos. No hemos hecho regalos y además conseguimos mostrarnos solventes en defensa.
Y arriba hay que destacar lo mucho que peleó Ibra, la cantidad de balones que disputó y recuperó. Una defensa más sólida y una delantera menos desarbolada. Y un pánico que no cundió.
Teniendo en cuenta, lo que venimos padeciendo en los últimos tiempos, ¿se puede pedir más? Yo creo que no.