Vísperas septembrinas (y mateínas)
En torno las fiestas mateínas, las polémicas solían esperar a que se celebrasen y continuaban durante algunos días. una vez que concluyesen Pero, en este verano atípico, también en la política vetustense, los cruces declarativos de acusaciones están teniendo lugar sin tregua. En el verano de 2019, las descalificaciones no se agostan, tampoco están a la espera, sino que, antes bien, se tienen que soportar de forma incesante.
Vísperas septembrinas en las que se tiene plena constancia de que la ubicación que se decidió para los conciertos de san Mateo no sólo está generando discusiones entre el actual Equipo de Gobierno y la oposición, sino que a
ello hay que añadir el malestar vecinal de la zona en la que se determinó que se celebrasen las actuaciones musicales.
Se ve que lo festivo y lo lúdico también generan malestares y polémicas. Pero resulta que además se sigue discutiendo si lo tocante a los festejos tiene que seguir dependiendo o no de la Fundación Municipal de Cultura, donde, por cierto, ya hay un gran recorte anunciado y no sólo para las fiestas de san Mateo.
Por un lado, todo parece indicar que septiembre será un mes muy movido políticamente en el ámbito estatal, un mes muy movido que, además, presenta inquietantes incógnitas. Pero a eso hay que añadir que, en lo que tocante a Oviedo, lo que ahora son agrias polémicas en la prensa, ya con el curso político empezado, pasarán a ser también manzanas de la discordia en los Plenos, en las Comisiones, en las negociaciones con otros ámbitos de la Administración, y así un largo etc.
Vísperas septembrinas donde no hay lugar para la modorra en lo que a nuestra vida pública local se refiere. Y, miren, resulta muy llamativo el contraste entre el día a día que se puede contemplar en la ciudad frente a lo que cada mañana leemos en los periódicos.
Por las calles, se agradece que haya mucho menos tráfico. La tranquilidad y el bienestar estivales se manifiestan, entre otras cosas, en la enorme vitalidad que se puede observar en muchas de las terrazas de las cafeterías más céntricas. Las gentes se acomodan en las terrazas con menos prisas, suenan menos los teléfonos móviles, se practican mucho más las conversaciones sin prisas.
Vísperas septembrinas que, desesperadamente, queremos alargar. Cada verano que se acaba provoca una casuística invencible de nostalgia y tristeza. Cuesta recuperar un ritmo del que necesitamos descansar. Y, más allá de las circunstancias personales en lo laboral, se siente un hastío anticipado a la hora de caer en la cuenta de que, en lo que a la vida pública se refiere, habrá más ruido, habrá más furia y, por descontado, mayor crispación.