Estaba muy claro que rozaría lo imposible hacer un partido peor del que se había disputado contra el Elche. Por otro lado, el cambio de entrenador también daba lugar a la esperanza, o, al menos, al beneficio de la duda. Antes de que el balón comenzase a rodar sobre el césped del Carlos Tartiere, todo eran expectativas. ¿Se cumplieron las mejores? Tengo para mí que no. Sin embargo, en efecto, las sensaciones mejoraron.
Desde el primer minuto, se vio que la batalla del centro del campo la teníamos perdida frente al Extremadura. ¿Acaso pocos efectivos en esa zona? ¿Acaso falta de seguridad a la hora de parar al contrario y de crear juego? No se puede negar que Edu Cortina y Lolo lucharon, tampoco se escondieron. Sin embargo, se vieron desbordados en la mayor parte del encuentro.
Otra cuestión relevante, que no puede no inquietarnos: No es que el Extremadura diese la impresión de ser un gran equipo, pero sí dejó claro sobre el campo que tiene criterio, patrón de juego, que sabe defenderse y que sigue un guion que, más o menos, funciona. Eso es precisamente lo que nos falta: criterio, lo que con pedantería algunos llaman “argumentos” futbolísticos. Ahora bien, tampoco se podía esperar que en menos de una semana se lograra tal cosa; iremos –espero- poco a poco adquiriéndolo, a menor ritmo del deseado, dentro de los límites de lo posible.
A la hora de buscar lo positivo del partido frente al Extremadura, me quedaría, sobre todo, con determinados chispazos, como el balón que mandamos al larguero hacia el minuto 25 del encuentro, como la reacción al gol del rival, pues una derrota más nos hundiría aún más en la clasificación y, lo que es peor aún a estas alturas de la temporada, en el estado anímico de la plantilla.
También hay que hacer mención a lo que aportó Borja Sánchez. Sin duda, tiene calidad y talento y hay que confiar en que Rozada, que lo conoce bien, sepa hacerlo explotar como futbolista. Y, por supuesto, Ortuño siempre está en su sitio como un delantero clásico, podrá fallar ocasiones, pero el saldo que lleva hasta ahora es muy positivo.
Chispazos que, esperemos, sirvan para que el equipo inicie una singladura encaminada a creer en sí mismo.
Esta plantilla, al igual que los personajes de Pirandello, necesita un autor, un guionista, alguien que dé criterio a la hora de jugar. Esperemos que Rozada lo consiga.