Amarga derrota que pudo ser mayor. Un guardameta inseguro, una defensa que, en las jugadas decisivas, no llega a tiempo; un centro del campo que se vio desbordado durante la mayor parte del encuentro y que, además, no logra habilitar pases en jugadas ofensivas.
Con semejante panorama, de nada sirven los destellos de calidad de Borja Sánchez, así como los empeños con ambición de profundidad de Sangalli. De nada sirve, una buena disposición táctica si cuando llega la hora de la verdad, el cancerbero sale mal y los defensas no están en su sitio, o no alcanzan el balón para sacarlo de allí como sea.
Hay que reconocer sin paños calientes, sin eufemismos de ninguna clase, que volvieron los peores fantasmas de principios de temporada, con una defensa insegura que desbarató unos primeros minutos en los que no se entró mal en el partido.
Cabe preguntarse, a tenor de lo visto en el encuentro, si fue algo precipitada la titularidad de Arribas a quien nadie le puede negar experiencia, oficio y entrega, pero todo eso no contrarresta la falta de forma, la falta de velocidad que, en un defensa, es vital.
También cabe preguntarse hasta qué punto Edu Cortina está rindiendo como cabría esperarse. Desde luego, frente al Huesca no hizo el partido de su vida.
Sin duda alguna, Rozada conoce bien a sus jugadores y tampoco le falta información sobre los rivales a los que nos toca enfrentarnos. Y se puede dar por hecho que sabrá tomar las medidas oportunas a la hora de decidir los cambios que el equipo necesita, no tanto en el sistema de juego como, sobre todo, en lo que se refiere a jugadores que no rinden lo necesario.
No nos engañemos: ante el Huesca, el Oviedo jugó aún peor que en la Rosaleda. Sin duda, estas carencias a la hora de defender, hay que atajarlas cuanto antes, porque desbaratan todo lo que de positivo se pueda hacer en otras líneas.
Si en el primer gol, sumamos una salida precipitada y un mal marcaje defensivo; el segundo viene como consecuencia de un despeje fallido.
Iban pocos minutos y hasta se podía tener salir derrotados por goleada. Cierto es que el gol de Christian nos metió de nuevo en el partido, pero, en el segundo tiempo, repetimos errores defensivos y el centro del campo no estuvo a la altura de las circunstancias.
Hay que enderezar esto; quiero creer que el entrenador sabrá cómo hacerlo y que podrá contar con jugadores que sepan estar a la altura para remontar la situación.
De nuevo, en el túnel; de nuevo, en zona de descenso; de nuevo, víctimas de nuestros propios errores. Toca revertir esto, apretando los dientes, conjurándose contra nuestros propios fantasmas.
El derbi llama a la puerta y las motivaciones ciertamente no nos faltan.