Lo peor de todo es que cunde la sospecha de que aquella racha de partidos, en los que parecía que estábamos enderezando el rumbo, fue un espejismo. El problema no es perder un encuentro que se nos complicó desde el principio tras un fallo defensivo que nos costó un gol. El problema no es haber cuajado una mala actuación a domicilio ante un rival que tiene calidad y que además necesitaba ganar. El problema es que estamos sin pulso y sin rumbo desde que sufrimos la derrota en Málaga.

Y algo así, me temo, no se soluciona ni con un cambio de sistema, ni tampoco dando oportunidades a jugadores que hasta ahora muy poca cosa, por no decir ninguna, han aportado al equipo en lo que llevamos de temporada.

El problema es que no se ve garra a la hora de recuperar balones, ni tampoco se observa que, ante un fallo determinado en cualquier posición, haya un compañero concentrado para poner remedio a lo que acaba de suceder. El problema es que no sólo no defendemos bien, como claramente se vio ante las Palmas, sino que además tampoco atacamos con mordiente, y, por si ello fuera poco, nuestro centro del campo parece no existir en la mayor parte de los partidos que llevamos disputados.

Y, seamos claros, no es que la calidad no exista; hay futbolistas en el Oviedo que la tienen; no es que no haya jugadores capaces de llevar a cabo acciones meritorias. Tampoco puede decirse que cunda la apatía. Lo que sucede –y esto empezó a verse al inicio de la liga- es que no se logra que el conjunto interprete al unísono una partitura que al menos sea suficiente para salir del paso.

Puede que, en efecto, el busilis esté en una cuestión sobre todo psicológica, y no me refiero exactamente a la motivación, sino más bien a la imperiosa necesidad que existe de que todos y cada uno de los futbolistas que salen al campo se sientan copartícipes de llevar a cabo un guion que funcione y que los mantenga tensos e intensos a lo largo de los minutos en los que el balón esté rodando.

No pongo en duda ni por un instante que el entrenador es consciente de esta falta de conjunción y solidaridad y que se esfuerza al máximo para corregir esto. Sin embargo, como dije más arriba, se diría que se nos rompió el sortilegio de aquellos partidos en los que parecía que comenzaba una dinámica que nos iba a hacer olvidar la desolación que sufrimos en los primeros encuentros del campeonato.

Esto hay que enderezarlo ya, no caben medias tintas.

¿Lo lograremos?