Hay asuntos de nuestra vida pública que, a medida que el tiempo avanza, se mantienen dentro de la actualidad porque, en lugar de agotarse, se van conociendo informaciones que los enredan de tal manera que el desenlace, por lo demás, deseable y deseado, nos lo imaginamos cada vez más lejos.
Es el caso de la famosa comida de promoción de El Desarme en Madrid. Ahora resulta que, por lo que leo en EL COMERCIO, el edil socialista Ricardo Fernández cuenta que se desplazaron dos agentes de la Policía Municipal a Madrid a recoger el vehículo del Alcalde, cuando el primer edil se encontraba indispuesto.
Hasta donde sé, esta afirmación no fue desmentida. Así pues, de confirmarse, estaríamos ante un capítulo más de un culebrón que parece incesante. Culebrón que empezó con los gastos que el señor Canteli cargó al Ayuntamiento, gastos ocasionados por su esposa, considerados por el regidor vetustense como de representación.
Más adelante se habló de que en la comida oficial del Desarme estaban también dos hijos y la nuera del señor Canteli, algo que no tiene confirmación oficial por parte del Equipo de Gobierno. Y – perdón por la obviedad- pero no es de recibo ocultar quiénes fueron los comensales de una pitanza cuyos gastos fueron pagados con dinero público.
A todo esto, hay que añadir que, según lo declarado por el edil socialista, los dos agentes que viajaron a Madrid participaron también en la tan renombrada comida del 10 de octubre.
Miren, no acierto a entender por qué el señor Alcalde de Oviedo no aclara todas estas informaciones, que vamos conociendo por cuentagotas, dando las explicaciones debidas a la ciudadanía que, en primera y en última instancia, es la que corre con todos esos gastos, que no parecen fácilmente justificables.
Lo cierto es que la política puede degradarse por muchas cosas, entre ellas, por el hecho de que haya asuntos que siguen los cánones de un culebrón televisivo o de un viejo serial radiofónico.
Resulta desolador que haya tanta resistencia a aclarar y a explicar las cosas, y, llegado el caso, a rectificar decisiones que, en el mejor de los casos, no parecen muy afortunadas.
También es cierto que, viendo el cariz que toma todo esto, no podemos estar seguros de que este culebrón pueda darnos aún más episodios, acaso tan sorprendentes como sonrojantes.
Esperemos que no sea así.