Un gol muy tempranero en contra que nos puso cara de tontos . Bien es cierto que, muy poco antes, lo pudo haber marcado Ibra para el Oviedo. Y esta vez no supimos rehacernos del mazazo, sobre todo, en un primer tiempo en el que el Alcorcón aumentó la diferencia a su favor al transformar un penalti.
Primeros 45 minutos en los que un equipo se defendía bien y con orden, frente a un Oviedo que no supo despertarse del mazazo que supuso que el partido se nos pusiese tan complicado casi desde el principio.
Nos faltó velocidad en las bandas, sobre todo, en la derecha. Ni Juanjo Nieto ni tampoco Sangalli estuvieron a la altura. Nos faltó también profundizar desde el centro del campo buscando esa jugada de ataque que pudiera convertirse en el gol que iniciase una remontada.
Lo dicho: un primer tiempo en el que parecíamos estar sonados. Un Oviedo irreconocible en ese periodo.
Tras el descanso, el equipo se recompuso, luchó. Pero todo resultó insuficiente, incluido el gol que marcó Ortuño de penalti. Se agradeció la presencia de Borja Sánchez que dio más empuje al Oviedo. Se vio a un Berjón imprescindible inventándose lanzamientos y asistencias que dan buena cuenta de su calidad. Ortuño, una vez más, no falló a la hora de transformar la pena máxima.
Al final, una derrota que supone un mazazo importante, no sólo por lo que repercute en la clasificación, que también, sino además porque la confianza que el Oviedo pudo inspirar en los últimos encuentros se esfumó.
Veremos a ver en qué se traduce esa falta de confianza. En todo caso, el mazazo frente al Alcorcón fue severo.