Cada momento tiene su afán», una sentencia muy clásica que Wenceslao López planteó a su manera en el Pleno telemático del 28 de abril cuando afirmó que no tocaba la crítica partidista, que se trataba de aunar esfuerzos para hacer frente a la pandemia. Lógica y loable declaración de intenciones que, sin embargo, no se tradujo en hechos, al menos en determinados lances del Pleno.
Todo el mundo estaba de acuerdo en que el Gobierno central y el autonómico autoricen el llamado techo de gasto para que los remanentes que hay en la tesorería municipal puedan estar a disposición del Ayuntamiento para ponerlos al servicio de las necesidades de una ciudadanía que está sufriendo las consecuencias de la pandemia. De hecho, tal iniciativa fue refrendada con los votos del PP, de Cs y de Vox. Por su lado, el PSOE y Somos, estando de acuerdo en pedir esa flexibilización tanto al Gobierno central como al autonómico, votaron en contra al no ser aceptada ninguna de sus enmiendas. Un «sí» a que se cuente con ese dinero. Un «no» ante la falta de concreción del uso que se hará del susodicho remanente.
Momentos y afanes. Lo cierto es que, pese a la excepcionalidad del momento por la parálisis y los confinamientos, el clima proclive para el acuerdo no se percibió ni siquiera virtualmente.
Tenso y enconado fue el rifirrafe entre el concejal García Quintana y Rosón. Y, por otro lado, por mucho que el primer edil insistiese en el excelente desarrollo del Pleno, lo cierto es que ni se consiguió una mera declaración institucional unánime, ni tampoco faltó la crispación.