Salvo un saque de puerta fallido de nuestro guardameta, que nos pudo haber costado un gol, lo cierto es que éste es otro Oviedo que no hace grandes regalos defensivos. Dicho lo cual, siendo cierto que se mejoró a la hora de defender, resultando indudable que Arribas cuajó un excelente partido, estamos sin potencial atacante. Apenas llegaron balones al área rival con peligro, y, sobre todo, no hemos hecho un solo tiro a puerta entre los tres palos en todo el partido.
Sólo Sangalli demostró ambición ofensiva, pero sus buenas intenciones se quedaron en nada entre la falta de apoyo de sus compañeros y el oficio defensivo del equipo visitante. A Rodri, apenas se le vio. Ortuño estuvo incisivo al principio. Bárcenas, por su parte, ni chutó a puerta con peligro ni desbordó a la defensa contraria.
Ante la Ponferradina, fuimos un equipo desarmado ofensivamente. En algo se mejoró, cuando Ziganda decidió sacar a Borja Sánchez, que no sólo demostró su calidad como futbolista, sino que además dejó muy claro que tampoco le falta inventiva a la hora de echar el equipo hacia adelante. No descubro nada al recordar que es uno de los futbolistas más aprovechables que tenemos.
En cuanto al centro del campo, ni Tejera ni Luismi estuvieron afortunados a la hora de dirigir el juego del equipo. La batalla en el centro la perdimos durante todo el encuentro, especialmente, en la segunda parte.
Lo dicho: el empate como mal menor, a pesar de que necesitábamos los tres puntos y de que jugábamos en casa, aunque sin público. Lo que está por ver es si ese mal menor nos resultará suficiente para salvarnos.
Y es de esperar y de desear que, de la misma manera que hemos mejorado defensivamente, lleguemos también a hacerlo en el juego de ataque.
¡Ojalá!