No acabamos de cuajar actuaciones que nos den alegrías y confianza. Frente al Deportivo de La Coruña pudimos soñar con ello a lo largo de la primera parte. Hasta que, en el último instante, el rival nos hizo un gol que, psicológicamente, les dio muchas bazas. Y, por otro lado, el entrenador visitante acertó de lleno con los cambios hasta el extremo de ser el dueño del partido tras el descanso.
Resulta innegable que el Dépor tiene un buen banquillo. Lo que no podemos dejar de preguntarnos con respecto a nosotros mismos es si podemos ser capaces de mostrarnos eficaces en todas las líneas durante 90 minutos. Volvieron los peores fantasmas cuando el conjunto gallego consiguió el gol del empate en un córner en el que el delantero rival remató a placer sin marcaje y sin oposición de ningún jugador azul. Algo así resulta tan incomprensible como imperdonable.
Y ahí estamos, ya en la zona de descenso a Segunda División B, empatados, precisamente, con el conjunto gallego, pero superándonos el conjunto de Fernando Vázquez en el gol average Nos encontramos en una situación agónica de la que no podremos salir sin victorias. De momento, tras la reanudación del campeonato, llevamos dos empates consecutivos.
Hay que sacar de donde sea una mentalidad ganadora, hay que encontrar alternativas en los cambios, tal y como hizo ayer el equipo rival, y hay que luchar sin desmayo y con confianza para abandonar la zona tan peligrosa y zozobrante en la que estamos.
Cierto es que hemos jugado un buen primer tiempo, que Bárcenas de reencontró con el gol, que Borja Sánchez demostró su clase y que a punto estuvo de desequilibrar el resultado a nuestro favor. Por su lado, Ortuño volvió a tener presencia atacante. Y hay que reconocer que el primer tiempo contra el Deportivo fue muy superior al juego desplegado contra la Ponferradina.
Pero no hay que engañarse: no basta empezar bien.