No se puede decir que contra el Sabadell hayamos despachado un gran encuentro mostrándonos superiores en todo momento. Desde luego, la realidad no fue así. De hecho, una vez más el sufrimiento y la incertidumbre nos acompañaron de principio a fin. Y, para que nada faltase, nos pitaron un penalti en contra cuando el partido estaba a punto de finalizar.

El árbitro, en el caso de que hubiese mantenido esa decisión, nos hubiese ubicado en un enclave de pesimismo e indignación muy cercano a forzarnos a exhibir un inevitable derrotismo. Pero, por una vez, las cosas no fueron tan fatídicas.

Viendo la repetición, lo que se observa es que la pierna de Borja desplaza el balón fuera del dominio del jugador rival; desde luego, ni lo derriba, ni tampoco le hace falta.

Verdad es que el árbitro, cuando señaló el penalti, estaba muy cerca de la jugada. No obstante, cuando decidió estudiar el vídeo en la grabación del VAR rectificó, hizo justicia y, gracias a ello, el Oviedo suma una victoria que es todo un bálsamo tremendamente necesario.

Esto no podía seguir así, saliendo a penalti dudoso en nuestra contra por partido. Esto no podía seguir así, mostrándonos un equipo solvente en defensa, incisivo en ataque y solidario entre las distintas líneas, pero víctima siempre de decisiones arbitrales injustas..

Y tengo para mí que ese punto de inflexión, que creíamos haber conseguido a partir del partido que jugamos contra las Palmas, puede estar en este momento mucho más cerca, mucho más próximo a consolidarse.

En la Creu Alta hemos jugado con muchos cambios con respecto a la alineación habitual, lo que no impidió que causásemos una buena impresión como equipo, lo que significa, entre otras cosas, que ese derrotismo cada vez más extendido, que incide e insiste en que nuestro banquillo deja mucho que desear, puede y debe ser puesto en tela de juicio.

Confieso que tenía mucho interés en ver jugar a Riki. Para ser justos, sin haber cuajado una actuación excepcional, se mantuvo a la altura de las circunstancias. Y, una vez más, demostró su calidad a la hora de tocar el balón.

Por otro lado, me alegré mucho de que Mossa haya intervenido en la jugada del gol. Desde luego, el defensa valenciano está muy lejos de atravesar su mejor momento. Sin embargo, no es justo que, en todo lo que va de temporada, en las redes sociales lo hayan convertido en el muñeco de pimpampum.

Lo dicho: viéndolas venir. Me atrevería a afirmar que, de algún modo, la temporada para el Oviedo está en sus inicios. Mucho por hacer, mucho por jugar, muchas alegrías a compartir.