Las cosas del Oviedo, si nos referimos a la consecución de buenos resultados, así como a ir mejorando su juego, también transcurren muy despacio. Ante el Tenerife, tal y como se nos puso el partido desde el principio, todo parecía indicar que iba a ser uno de esos choques que podíamos disfrutar con emoción, pero sin sufrimiento.
Pero desgraciadamente no fue así. Tan pronto marcó un gol el cuadro visitante, se nos encendieron las alarmas, temiendo que el equipo tinerfeño pudiera conseguir el empate, con lo que nuestra euforia quedaría desbaratada. En efecto, así fue.
Pero, en esta ocasión, se produjo un milagro que nos salvó a nosotros, y ese milagro fue el gol de Rodri, que, por cierto, lo marcó, como quien dice, nada más salir al campo, y eso no sólo supuso desequilibrar el marcador para nosotros, sino también una inyección anímica que nos será muy útil para encarar los pocos partidos que restan antes de que concluya la primera vuelta.
Tras este gol decisivo, Borja Sánchez marcó el cuarto gol para el Oviedo, con lo cual el partido quedó sentenciado. A este propósito, hay que hacer una mención especial al jugador canterano que, jugando sin estar plenitud de facultades físicas, protagonizó lances de gran mérito dando muestras de una calidad que, con el paso del tiempo, irá a más.
En el apartado de méritos, se puede decir que Blanco Leschuk merece todos los elogios imaginables: su lucha, como siempre, fue incesante, y, por otro lado, los dos goles que marcó fueron los propios de un delantero centro que supo estar en su sitio. Sin duda, su fichaje fue un acierto con todas las de la ley.
Por otro lado, me pregunto qué habrán pensado hoy quienes convirtieron a Mossa en el muñeco de Pimpampum. No sólo jugó bien, sino que además tuvo asistencias decisivas.
Frente a ello, no puedo dejar de preguntarme por qué Obeng juega como titular indiscutible. En el partido de hoy, sin ir más lejos, creo que tuvo más errores que aciertos.
Y, en fin, seguimos teniendo como asignatura pendiente las jugadas a balón parado en nuestra contra en las que nos encontramos vulnerables, en las que no hacen goles manifiestamente evitables.
También es de justicia que si es cierto que hubo partidos en los que los arbitrajes jugaron descaradamente en nuestra contra, frente al Tenerife sucedió todo lo contrario.
En fin, paso a paso, y con el deseo de disfrutar de algún partido que ganemos sin sufrimiento.
¿Llegará? ¿Llegarán?