Tras hacerse oficial la candidatura del señor Canteli a la Alcaldía del Ayuntamiento de Oviedo, en la primera entrevista que concedió a este periódico, el hasta muy poco Presidente del Centro Asturiano manifestó estar en desacuerdo con el área metropolitana, al tiempo que no se mostró en modo alguno crítico con la larga etapa de Gabino de Lorenzo al frente del Consistorio carbayón.
En lo que se refiere al área metropolitana, no resultó sorprendente que el grupo municipal del PP, en consonancia con lo manifestado por su candidato, se opusiese a que Oviedo se adhiriera a ella, hasta el extremo de que el propio Caunedo, en sus intervenciones en el Pleno del 30 de enero, calificase tal cosa como «un engendro».
Sin embargo, llama mucho la atención que la señora Mallada, candidata del partido conservador al Gobierno de Asturias, se muestre mucho más condescendiente al respecto. Pero, claro, todo ello lo plantea en la tesitura de que salga victoriosa en los comicios de mayo. O sea, como el personaje de Zorrilla, nos lo fía muy largo.
Y, más allá de este asunto en concreto, hay algo que conviene recordar. Hubo un momento, en pleno bipartidismo, en el que se barajó la posibilidad de reformar el Estatuto de Autonomía de Asturias, algo que se quedó en nada, probablemente por la desidia y por el marasmo tan propios de esta tierra.
De todos modos, a resultas de todo aquello, Gabino de Lorenzo planteó la importancia de la capitalidad de Oviedo en el futuro Estatuto que no sólo no llegó a aprobarse, sino que ni siquiera fue elaborado. Aquello coincidió además con la fiebre por reformar estatutos de autonomía en toda la piel de toro a rebufo del Estatuto que se aprobó en Cataluña gobernando Pascual Maragall.
Pero volvamos a nuestra tierra. Más allá de los localismos, más allá de otras muchas realidades que nos circundan, tengo la certeza de que nadie se puede cuestionar en serio la capitalidad de Oviedo, distinta cosa es que se pida descentralización y servicios para otras localidades.
Oviedo no es ni puede ser una capital cercada ni asediada. Oviedo tiene su omnipresencia en Asturias, que, guste o no, resulta incuestionable.
Al final, tras las elecciones de mayo, se irá viendo cómo seguirá este proyecto del área metropolitana. Pero, en todo caso, sería muy deseable que el PP ovetense no se anclase en ese discurso victimista y de aislamiento, entre otras cosas, porque resulta insostenible.
No es de recibo volver al mismo discurso de un tiempo en el que el PP renunciaba al intento de gobernar Asturias, mientras en Oviedo se esgrimía un discurso lastimero y nada creíble, que además cansaba.