“Doscientos consejos, la mayoría razonados y una discusión sobre la existencia de Dios” es el título con el que el patólogo burgalés recientemente jubilado, Juan Manuel García, que lleva varias décadas afincado en Oviedo, acaba de publicar. Sin duda, la ironía y el ingenio se agradecen siempre, en especial, en momentos como éstos, marcados por la crispación, la mediocridad y otra serie de molestas inconveniencias que nos hace padecer nuestra vida pública. Se trata del tercer libro de este autor, pues, con anterioridad, publicó dos novelas, ‘Num’ y ‘Una historia más cuatro’. Tercer libro y primer ensayo.
Dicho esto, conviene advertir de entrada que el libro del que les hablo, por mucho que el título pudiera inducir a ello, no es un inventario de consejos escrito con paternalismo y con pretensiones doctrinarias, pues, antes bien, se observa de principio a fin que su autor es un hombre comprensivo, culto y con amplitud de miras. No es una prédica que provoque cansancio y rechazo, sino una serie de planteamientos que ayudan a entender las vicisitudes más comunes a las que tenemos que hacer frente no sólo en el día a día de nuestras vidas, sino también en situaciones complicadas en las que no resulta fácil encontrar la salida, en las que los malos tragos y el sufrimiento se presentan inevitables.
El autor no incurre en el buenismo simplón, pero tampoco se muestra inflexible y dogmático, sino todo lo contrario, abierto a la discusión y receptivo a escuchar argumentos que pongan en cuestión sus pensamientos e ideas.
Se puede decir que se trata de un libro escrito por alguien que conoce bien las limitaciones y debilidades de la condición humana y que, al mismo tiempo, muestra un bagaje de lecturas muy amplio, si bien ese bagaje que plasma en sus textos no apabulla ni sofoca, no cae jamás en la pedantería.
Hablamos de un médico a la antigua usanza, si por tal se entiende que, al lado de su formación científica, siempre está presente un conocimiento a fondo de aquello que conocemos como Humanidades; es decir, filosofía, literatura, historia, arte, música, etc.
El público lector no se va a encontrar con uno de esos libros en los que las notas a pie de página ocupan casi tanto espacio como el propio texto. Al final del ensayo, hay una bibliografía general que sirve como muestrario de las lecturas de toda una vida, lecturas amplias y lúcidas, lo que da valor e interés a su contenido.
Se invita a quien lo lea a discutir constantemente con el autor, se combaten muchos de los tópicos que nos pueden aprisionar. Y, ante todo y sobre todo, la ironía, el ingenio y la ternura transitan de principio a fin este libro.
Les aseguro que su lectura no sólo resulta interesante, sino también balsámica. Se diría que el autor busca y encuentra la complicidad del público lector inteligente, que huye, como el autor, de tanto ruido, de tanta furia y de tanta mediocridad.
Recomiendo vivamente la lectura de este libro.