“Cuando los partidos representan comunidad de ideas y unión activa de los que pretenden llevarlas a la práctica, lo que debe procurarse no es la exaltación de un individuo, sino la armonía en el pensamiento y en la conducta de todos”. (Clarín).
El 26 de mayo el electorado ovetense decidió en su conjunto que se tenga que pactar –velis nolis– para conseguir la Alcaldía de Oviedo. En efecto, si sumamos ediles y votos, ganó la derecha. Aun así, el partido más votado, el PP, está lejos de la mayoría absoluta. Y la segunda candidatura más votada fue la de Wenceslao López con una concejalía menos que el PP.
Siendo esto así, lo cierto es que no tenemos noticia de que se hayan celebrado reuniones expresamente encaminadas a la consecución de esos pactos, con los respectivos programas por delante, con los repartos que se establecerían en el equipo de gobierno municipal.
Desde luego, todo está abierto, incluso que la Alcaldía no recayese necesariamente en el partido más votado, sino en la formación política que la apoyase, que, en este caso, sería la encabezada por el señor Cuesta, de Ciudadanos.
No es en modo alguno sorprendente que, a estas alturas, desconozcamos el nombre de la persona a la que se le hará entrega del bastón de mando de la Alcaldía. Es más: resulta bastante probable que la incógnita no se despeje hasta la sesión de investidura del 15 de junio. Aun así, no podemos dejar de preguntarnos a qué se está esperando para confrontar programas e ir abriendo caminos a esos pactos que, en teoría, tendrán que llegar.
En estos momentos, el señor Cuesta tendría que saber si encuentra más coincidencias con el proyecto de ciudad del señor Canteli o si, antes bien, hay más puntos en común con el de Wenceslao López. Desde luego, sobre el papel, lo importante es que el proyecto de ciudad pueda ser llevado a cabo, eso tiene que estar muy encima de personalismos.
Y, por otra parte, todo parece indicar que el cabeza de lista de Ciudadanos tiene bien aprendidas las directrices de su partido a la hora de decidir con quién se pacta y con quién no. En todo caso, las opciones no están cerradas.
La Alcaldía que viene es una incógnita, aunque se antojan mucho más viables unos pactos que otros. Tengo mis dudas, que no son pocas, en el sentido de que hay planteamientos en el proyecto de Wenceslao López que no parece que tengan un fácil encaje con el discurso de Ciudadanos. Por otro lado, estoy seguro de que el actual alcalde en funciones es consciente de que recibió sufragios favorables que irían a parar a otras formaciones de izquierdas, en el caso de que no se pensase en el voto útil. Y, con respecto al proyecto de ciudad del señor Canteli, no parece haber ninguna duda acerca de su conservadurismo.
Para la izquierda el poder debe tener valor como verbo y no como sustantivo. Y tampoco hay que perder de vista que, dada la correlación de fuerzas políticas que habrá en el Ayuntamiento de Oviedo a partir del 15 de junio, la espada de Damocles de una moción de censura va a estar ahí.
Confieso que a mí ‘me duele Oviedo’ y que espero mucho de un proyecto de ciudad que tiene que dar salida a los retos en los que nuestra capital se juega su futuro.