La expresión se las trae, máxime cuando doña Adriana Lastra intentó desplegar su significado. Tamaña ambigüedad incrementa el entretenimiento del personal y facilita que los que se reclaman ‘politólogos’ nos deleiten con sus sesudas digresiones que, salvo casos muy contados, no pasan de las perogrulladas, a veces, eso sí, solemnizadas.
«Gobierno de cooperación», dicen, entre el PSOE y Unidas Podemos. ¡Qué lejana queda aquella foto en la que Pablo Iglesias posaba con los que eran entonces sus lugartenientes exigiendo entrar en un hipotético gobierno presidido por Sánchez, al tiempo que reclamaba un importante Ministerio en aquel Ejecutivo que nunca llegaría a formase! Comparecía entonces el líder de la formación morada con un egocentrismo y con una soberbia que, con el tiempo, se fueron quedando atrás.
«Gobierno de cooperación», casi el único posible, si se tiene en cuenta que Cs, en lugar de mostrarse equidistante entre el PP y el PSOE, cada vez está más próximo al PP, ello a pesar de que la formación conservadora se derechizó desde que don Pablo Casado está al mando.
Bueno, será todo un ejercicio semántico dejar bien claro en qué pueden diferir un Gobierno de coalición y un Gobierno de cooperación. Pero, viniendo de quien viene, es decir de políticos actuales en ejercicio, mucho me temo que el asunto no irá más allá de un episodio más en el ritual de cortejo de dirigentes de partidos previo a los pactos que, presumiblemente, podrán llegar a darse. Tanto es así que este acuerdo semántico suaviza los planteamientos que había hecho muy recientemente el señor Ábalos acerca de la posibilidad de que tuviesen que repetirse las elecciones generales ante una hipotética falta de acuerdos entre el PSOE y Unidas Podemos.
Don Perogrullo afirmaría que el Gobierno de coalición incluye –‘velis nolis’– el de cooperación. Se diría que lo que pretende el PSOE es acordar con la formación morada que lleguen a formar parte del próximo Gobierno personas independientes bien vistas por ambos partidos políticos, mientras que, con una u otra denominación, el empeño de Unidas Podemos es entrar en el Gobierno, en carteras sociales, lo que hace recordar viejos pactos entre el PSOE e IU en gobiernos autonómicos, tal y como sucedió con frecuencia en Asturias.
Estamos asistiendo a una maniobra más –insisto- de este tiempo de espera previo a los pactos para formar Gobierno. Nada se sabe con certeza, ni siquiera que el PSOE vaya a necesitar a Unidas Podemos para la investidura, aunque, a priori, parece que será la primera baza en este tiempo de negociaciones.
Y, en el supuesto, de que esto vaya en serio, se trataría del siguiente acuerdo: el PSOE ofrecería a Unidas Podemos la opción de que propusiese nombres de personas independientes para que entrasen en el Gobierno. En el caso de que la formación morada, aceptase esto, se acabaría acordando una solución mixta: entrarían en el Ejecutivo de Sánchez personas independientes y también dirigentes del partido, más o menos, a partes iguales.
El entretenimiento está asegurado. Pero, si yo fuera usted, vería todo esto con escepticismo y no me lo creería mucho.