«Soy madre y soy maestra; poseo los dos títulos más nobles que puede ostentar una mujer»
Su vocación docente fue más allá de las aulas y también fue diputada
Durante la guerra civil se exilió. No regresó definitivamente a España hasta 1977
Hubo un tiempo en el que el colectivo docente fue la vanguardia de las ansias de cambio y emancipación de un país llamado España. Hubo un tiempo en el que el referido colectivo, en el que tanta influencia tuvo la Institución Libre de Enseñanza, hizo de su profesión algo que iba mucho más de las aulas. Para decirlo con mayor precisión, hubo un tiempo en el que el país entero fue un aula: compañías de teatro que iban por los pueblos de España, sedes de los sindicatos en las que los obreros recibían clases impartidas por docentes comprometidos, artículos de opinión en la prensa con los que se pretendía llegar al máximo número posible de gentes. Hubo un tiempo, en fin, en el que el afán pedagógico lo presidió casi todo en la vida pública. Ese tiempo del que hablo fueron las tres primeras décadas del pasado siglo, el periodo que se conoce como ‘La Edad de Plata’, al que don Juan Marichal denominó nuestra Segunda Edad de Oro.
El personaje que aquí nos trae, la maestra Veneranda Manzano, nacida en Beloncio (Piloña) en 1893 y fallecida en Oviedo en 1992, representa admirablemente el significado de ese colectivo docente en el periodo al que acabo de referirme. Cronológicamente hablando, pertenece a la mal llamada Generación del 27, es decir a la generación más brillante en todos los órdenes de nuestra historia contemporánea.
Oviedo fue su punto de partida, que la llevaría a todos los compromisos públicos que iría adquiriendo a lo largo de su vida. Fue en nuestra ciudad donde estudió Magisterio en la Escuela Normal, donde se forjó su vocación docente que, en su caso, como venimos diciendo, fue mucho más allá de las aulas.
Sus primeros años como maestra fueron en Bueres (Caso) entre 1915 y 1918. Perteneció también a algo muy común en su tiempo, a la emigración a América, a Cuba, donde residió unos años. Pero en su caso no se trató de una emigración por motivos económicos, sino que su estancia en la isla caribeña tuvo lugar en los primeros años de su matrimonio. Volvió a España, a su Asturias natal, y ejerció el magisterio en la localidad llanisca de Vidiago. Allí se afilió a UGT y al PSOE y también formó parte del Círculo Republicano de Llanes.
Hay un artículo de Veneranda Manzano acerca de sus convicciones republicanas y de su oficio de maestra donde no puede ser más clara y más explícita. Entre otras cosas, escribió: «Soy madre y soy maestra; poseo los dos títulos más nobles que puede ostentar una mujer. En mis entrañas se formaron vidas con sangre de mi sangre; en mi escuela plasmo porvenir en almas infantiles; forjo vidas de carne y de espíritu, madre dos veces. Basta eso para comprender por qué soy republicana». Se trata, pues, de un claro ejemplo de lo que fueron las maestras de la República.
En 1933, sería elegida diputada por Asturias. Dejó dicho Veneranda Manzano que, en aquellos años de la República, había gente que la miraba como si llevase dentro al mismo demonio por ser socialista y republicana. Es obligado hacer mención a que formó parte de un selecto grupo de diputadas republicanas en las que había otra parlamentaria elegida en nuestra tierra, Matilde de la Torre Gutiérrez, también socialista, periodista y escritora, nacida en la localidad cántabra de Cabezón de la Sal, pero que se presentó a diputada por Asturias en la misma lista que Veneranda Manzano.
Fue detenida Veneranda Manzano en Oviedo tras la Revolución del 34, si bien recuperaría la libertad en pocos días. En 1936, formó parte del grupo de compromisarios que nombraron a Azaña presidente de la República tras la destitución de Alcalá Zamora. En plena guerra civil, una vez que se produjo la caída de Asturias, marchó a Francia, pero regresó a la España republicana desde el vecino país. Al final de la contienda, se exilió en México.
Ya en el exilio, pasó a ser militante del PCE. Eso sucedió en 1947. Retornaría definitivamente a España en 1977, a Oviedo, donde permaneció hasta su fallecimiento en el verano de 1992. En nuestra ciudad hay un colegio que lleva su nombre. Se trata del mejor recordatorio para honrar su memoria como maestra ejemplar comprometida con su tiempo y con su país desde su vocación docente, desde su opción de luchar por la emancipación ciudadana, especialmente de la mujer.
Republicana hasta el final de sus días, en Llanes hay un foro que lleva su nombre. En Oviedo un colegio y también tiene presencia en el callejero de Gijón. Veneranda Manzano forma parte de lo mejor de un tiempo y un país que entregó su vida a unos ideales de emancipación y progreso.