Todo volvió a repetirse: el mazazo a los muchos aficionados que, con una moral a prueba de bomba, volvieron a acompañar al equipo a domicilio, fuimos reincidentes en los fallos defensivos que nos supusieron la derrota y, en fin, no supimos administrar la ventaja que supuso adelantarnos en el marcador.

Todas estas repeticiones, a pesar no sólo del muy reciente relevo en el banquillo, sino también de los cambios en la alineación, cambios que no fueron pocos y que, de entrada, significaban apuestas muy claras, así como una mayor ambición a la hora de construir el juego.

En cuanto a las apuestas, tras los minutos de los que dispuso ante el Extremadura el pasado jueves y que supo aprovechar bien, Borja Sánchez se estrenó como titular. Lo cierto es que, sin haber cuajado una gran actuación frente a la Ponferradina, suyo fue el pase a Ortuño del gol del Oviedo. Y, sin duda, es un jugador que atesora clase y calidad. En ese mismo capítulo, también hay que hablar del debut de Lucas Ahijado. Desde luego, no hizo un partido memorable, pero también es cierto que no estuvo por debajo de sus predecesores en la posición de lateral derecho. Con todo, se hizo merecedor, creo, a que Rozada siga teniendo confianza en él. Por otro lado, se suponía que, con Tejera y con Borja Sánchez en el once titular, dejando a Lolo por delante de la defensa, tendríamos un centro del campo más creativo y llegaríamos en mejores condiciones al área del rival. Todo eso, claro está, sobre la teoría.

¿Qué nos pasa, Dios mío, qué nos pasa? ¿Por qué no somos capaces de serenar el juego cuando nos adelantamos en el marcador? ¿Por qué no podemos evitar fallos clamorosos en defensa que nos vienen suponiendo derrotas en todos los partidos que hemos jugado fuera? Bueno, esta misma pregunta también es aplicable a los puntos perdidos hasta ahora como locales, donde tampoco hemos podido ganar.