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Luis Arias Argüelles-Meres

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Semblanzas Carbayonas: Rafael Fernández Álvarez

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CUANDO REGRESÓ A ASTURIAS DESDE EL EXILIO, EN SU MALETA ESTABA EL AFÁN DE RECONCILIACIÓN ENTRE LAS DOS ESPAÑAS

¿Fue “nuestro” Tarradellas? Formulo esta pregunta porque, tanto el mandatario catalán como el líder socialista asturiano fueron los únicos dirigentes autonómicos de la transición que en la época de la República habían tenido protagonismo institucional en el Estado que se proclamó el 14 de abril de 1931. Bien es cierto que Josep Tarradellas regresó a Cataluña con la Generalitad en la maleta, mientras que Rafael Fernández no retornó a nuestra tierra con el Consejo Soberano de Asturias y León del que había formado parte, sino que, muy poco después de su vuelta, se puso al frente de la institución preautonómica asturiana, antecesora de lo que se asentaría después con el Estatuto de Autonomía de nuestra tierra.

En todo caso, son innegables las coincidencias entre ambos personajes, que regresaron a aquella España que, poco a poco, iba recuperando la democracia, entre ellas, el afán conciliador que presidió las actuaciones públicas de ambos.

Y es que, centrándonos en el personaje que nos ocupa, si algo caracterizó su forma de entender la política, ello fue la puesta en práctica de la reconciliación, ello fue el convencimiento pleno de que, en nuestro país, no podíamos volver a una dinámica de negación, y hasta de exterminio, del adversario político.

Según testimonió el propio Rafael Fernández, en su momento, Felipe González le pidió que regresase a Asturias para ponerse al frente del PSOE en nuestra tierra. Tanto por su edad como por su presencia en la España del exilio, el yerno de Belarmino Tomás podría haberse apuntado al llamado “sector histórico” del PSOE, liderado en su momento por el legendario dirigente socialista Rodolfo Llopis, pero lo cierto es que se sumó a los dirigentes de Suresnes.

En aquellos años inmediatamente posteriores a la muerte de Franco, todo eran sorpresas, casi todo estaba presidido por las esperanzas, muy grandes, y también por los miedos, inevitables en una sociedad cuya memoria de la dictadura y de la guerra civil estaba muy cercana.

Tanto en las entrevistas periodísticas que concedía como también en sus actuaciones públicas, quedaba claramente de manifiesto ese carácter conciliador de Rafael Fernández del que venimos hablando. En ese sentido, se puede afirmar que el antiguo dirigente socialista y republicano se adaptó totalmente a las consigas de aquel tiempo nuevo para él.

Una de las principales figuras del exilio republicano español, Max Aub, cuando volvió a España en los años sesenta dijo esto que sigue: “He venido, pero no he vuelto”. Se refería el literato republicano a que la España que él había vivido no resultaba reconocible cuando retornó, aunque fuese de paso, a ella.

En este sentido, me pregunté muchas veces, si Rafael Fernández, cuando regresó a su tierra y a su ciudad, pudo observar y sentir algo similar; probablemente, sí. No hay que olvidar que, a pesar de su juventud en aquel entonces, nuestro primer dirigente preautonómico tuvo un enorme protagonismo en la vida política de los años treinta, en una Asturias revolucionaria que, poco más tarde, viviría, como el resto del país, la trágica experiencia de la guerra civil.

La República, la Revolución del 34, la guerra civil, el exilio, todo este conjunto de acontecimientos los había vivido en primera persona este socialista ovetense que regresó tras la muerte de Franco a su tierra con un inequívoco afán de reconciliación que manifestaba en muchos de sus detalles, justo en los que se puede advertir un espíritu dialogante.

Tras poner fin a sus responsabilidades como dirigente autonómico a partir de las elecciones de 1983, en las que resultó ganador el socialista Pedro de Silva, siguió vinculado a la FSA y a la AMSO, sin perder de vista su larga etapa en el Senado.

Por otra parte, también hay que poner de manifiesto que ese talante conciliador y dialogante le llevó también a no ser muy reivindicativo en lo que se refiere a las aspiraciones asturianistas, al mismo tiempo que no dejó de manifestar sus críticas a algunos dirigentes socialistas de entonces. Sin ir más lejos, en el libro que publicó el periodista Juan de Lillo sobre Rafael Fernández, nuestro personaje se manifestó muy crítico con el entonces todopoderoso líder sindical José Ángel Fernández Villa.

En aquel Oviedo de grandes esperanzas y de viejos temores muy interiorizados en los años posteriores a la muerte de Franco, lo que Rafael Fernández representó fue, ante todo y sobre todo, una enorme voluntad de reconciliación, de aceptación del nuevo marco político, del nuevo Estado que se estaba gestando desde la muerte de Franco hasta la Constitución del 78.

Hablamos, ante todo, de un hombre dialogante, de un ex dirigente republicano en cuya maleta no estaba la reivindicación del pasado, sino el afán de pacto y reencuentro pacífico entre lo que se conocía como las dos Españas.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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