La iniciativa ciudadana que se llevó a cabo hace pocas fechas no sólo puso de manifiesto una preocupación compartida ante algo que –nunca mejor dicho– resulta evidente, sino que además supone una demostración de que hay cosas que están muy por encima del debate político propiamente dicho. Y es que, por un lado, entre quienes forman ese colectivo en defensa del Campo de San Francisco, hay personas de distinta ideología política. Y, por otra parte, lo que es más esencial de todo, con ello se demuestra que a veces hay que asumir situaciones con criterios de eficacia y no desde planteamientos ideológicos.
Lo cierto es que este grupo ciudadano está dando una importante lección ante el momento de crispaciones y desencuentros que sufre nuestra vida pública, y esa importante lección es que siempre hay asuntos que obligan al acuerdo, a un acuerdo que, si no se alcanzase, sería un fracaso de todos, sería un fracaso de todos. Es decir, dejan muy claro que la ciudadanía está por encima de la política.
En más de una ocasión, escribí que el Campo de San Francisco no sólo es un enclave que da cuenta de la memoria de todas las personas que vivieron Oviedo, sino que además tiene diferentes espacios que nos emplazan en distintas etapas de nuestra vida: desde la infancia hasta la madurez.
No sólo estamos hablando de un espacio clave como pulmón de la ciudad, sino que además es algo que forma parte de nuestra memoria personal y colectiva.
Vuelvo a citar unas palabras que Xuan Bello a propósito del Campo de San Francisco escribió en su excelente libro ‘Al Dios del lugar’: «Presentí que caminaba, más que por un parque, por el interior de un poema que había escrito, en un sofoco de amor, el Dios del lugar».
Campo de San Francisco, memoria poética de Oviedo. Tomemos nota de esta iniciativa, a todas luces necesaria.