En sus columnas y libros, nunca rehuyó la polémica
Se adelantó en el tiempo a la hora de mostrarse crítico con la la transición política
Aquel libro suyo sobre los últimos diez años de vida del filósofo Ortega y Gasset en España, que, según testimonió el propio Morán, decidió escribirlo en un interminable viaje nocturno en tren expreso entre Oviedo y la capital del reino, que ya hace muchos años de dejó de funcionar. Aquel libro suyo sobre el autor de “La Rebelión de las Masas” al que le tocó vivir, tras su regreso a España en 1945, en un erial. Aquel libro suyo, muy crítico con Ortega, sin duda, pero que, sin embargo, destaca por el demoledor retrato que hace de la miseria intelectual que se vivía en la España de aquel tiempo, facilitando un montón de datos sobre lo que fueron los primeros años de aquella Universidad franquista que, en lo que toca al pensamiento, supuso un oscurantismo feroz.
Aquel libro de Gregorio Morán, que habla sobre la transición política, reeditado hace pocos años, en el que da cuenta de un encuentro que mantuvo con Torcuato Fernández Miranda que, literariamente, es antológico. Y, por otro lado, hay que decir que el autor que aquí nos trae se adelantó mucho en el tiempo a mostrarse crítico con aquella transición política, que durante muchos años fue considerada modélica.
Gregorio Morán, en sus columnas y en sus libros, no sólo no rehuyó nunca la polémica, sino que además siempre hizo de ella asunto principal de sus escritos. Ahí están sus textos, ya lejanos en el tiempo, acerca de lo que en su momento fue el día a día en el País Vasco. Ahí están también sus artículos desde y sobre Cataluña, abordados todos ellos no sólo desde la independencia de criterio, sino también desde determinadas claves que sólo se pueden conocer desde la cercanía a lo que sucede. Independencia de criterio y soledad, pero nunca silencio, pero nunca conformismo, pero nunca concesiones al discurso predominante.
Y, por otro lado, sus arremetidas contra el supremacismo independentista catalán, no sólo en lo que se refiere al discurso en sí, sino también a los abusos de poder y corruptelas, pone de relieve un coraje y una valentía nada frecuente en nuestra opinión publicada.
Por otra parte, no sólo va a contracorriente en lo que se refiere a los discursos políticos dominantes y predominantes, sino que eso mismo lo hace extensivo a sus opiniones literarias. Nunca olvidaré, en este sentido, cuando le dio a degüello a uno de los novelistas actuales más en boga, diciendo que una obra suya muy celebrada estaba escrita con una prosa “de todo a cien”.
Ahí están también sus escritos sobre nuestra tierra, que es también la suya, a la que nunca dejó de tener presente, no menos demoledores contra la política oficial que los otros a los que acabamos de hacer referencia.
¿Cómo olvidar, en este sentido, su visión de la política oficial asturiana, que no perdieron la más mínima actualidad? ¿Cómo olvidar memorables reseñas literarias de Gregorio Morán, como la que hizo acerca de la novela de José Avello “Jugadores de Villar”?
Gregorio Morán no sólo es un periodista y escritor volcado en el tiempo que le toca vivir, sino que además, por así decirlo, muchos de sus escritos son una muestra muy clara de aquello que se vive desde dentro. Por ejemplo, cuando cuenta la trayectoria del PCE, no sólo lo hace documentándose al respecto, sino que además ahí está también el profundo conocimiento de causa que supone haber militado en ese partido.
Más que escéptico, desencantado. Más que crítico, cítrico.
De algún modo, la inmensa mayoría de sus publicaciones son un claro ejemplo de lo que es un columnista y ensayista contra el poder, en todas sus variantes, también territoriales.
Como Unamuno, escribe no sólo contra esto y aquello, sino también contra éstos y aquéllos. Como Unamuno, no contenta a nadie, porque, si dejamos de lado, sus filias en lo literario, como, por ejemplo, la admiración que mostró por literatos olvidados como Barret, o por escritores mucho más actuales como Rafael Chirbes, no es tarea fácil encontrar elogios en sus escritos.
Tengo para mí que a Gregorio Morán lo respetan y lo temen no sólo sus detractores, sino también muchos que jamás lo mencionan por aquello de no darle notoriedad.
Hablamos de un escritor ovetense cuya vida y obra atestiguan muchas de la miserias y pocas de las grandezas de un tiempo y un país al que, sin que lo hayamos decidido, pertenecemos.