La plantilla, sin duda, está mejor y más compensada tras las incorporaciones que se hicieron en el mercado de invierno. Esto se demostró en Girona, en Oviedo frente al Albacete y también en Vallecas. Lo cierto es que, si nos centramos en este último partido, no es un mal resultado empatar a domicilio en el campo de un rival que cuenta con una buena plantilla para segunda división. Y, desde luego, en conjunto, no hemos sido inferiores al equipo madrileño.
Ahora bien, si atendemos al desarrollo del encuentro, acaso nos haya faltado la ambición suficiente para ir a por el segundo gol tras el descanso, en lugar de permitir a Rayo que nos encajonase del modo que lo hizo en la segunda parte.
En ese mismo orden de cosas, cabría preguntarse también si fueron acertados los dos primeros cambios que hizo Rozada en el segundo tiempo, ya que, sin entrar en otras consideraciones, se hicieron pensando en contener al rival, no en ir a sentenciar el partido con una propuesta ofensiva.
Y luego volvió a cumplirse la fatal tradición: el VAR nos castigó una vez más señalando en nuestra contra un penalti que, en el más favorable de los supuestos para avalar esa decisión, fue dudoso. Y a resultas de ello, Rozada perdió el control ganándose otra expulsión.
Desde luego, no se puede poner en duda el alto grado de implicación del entrenador con el equipo, la intensidad con que siente los colores. Dicho lo cual, no es de recibo volver a ganarse una expulsión más, que en nada ayuda al club, ni en lo deportivo, ni en la buena imagen que estamos obligados a dar.
Desde mi punto de vista, los peros que hay que poner al partido jugado en Vallecas son esos dos: los cambios y la reacción del míster tras la polémica sentencia del VAR.
Frente a esos peros, hay factores muy positivos. Por ejemplo, Lunin se está afianzando como un magnífico guardameta. Por ejemplo, Rodrigo demostró que puede aportar mucho al equipo ofensivamente. Por ejemplo, a medida que va teniendo minutos, Berjón continúa su línea ascendente. Fue determinante en el gol del Oviedo a la hora de ver la jugada en el lanzamiento de falta.
Poco a poco, con un empate que pudo ser una victoria. Poco a poco, con una plantilla reforzada de la que cabe suponer que se irá entendiendo cada vez mejor.
En las dos últimas salidas, frente a equipos que la temporada pasada estaban en la División de honor, el Oviedo cuajó actuaciones que dan lugar a tener confianza en que, más pronto que tarde, abandonemos esa zona de la clasificación cercana al descenso.
Sólo falta paciencia, acaso ambición y, sin duda, estar a la altura sin perder el control.