Como bien se sabe, no fue posible celebrar el Día del Libro el 23 de abril. Un día que rinde culto a la lectura, un día en el que las librerías, que tantas dificultades vienen sufriendo en los últimos años, alcanzan un enorme protagonismo facilitando el contacto entre el público lector y los artífices de la creación literaria.
Bueno, en este año de la pandemia, el 23 de abril se pospuso tres meses. Sin ir más lejos, así fue en nuestra ciudad. En pleno verano, con las terrazas llenas de gente y con las librerías volcadas en atraer clientes.
Un 23 de julio de libros y terrazas. Un 23 de julio, presidido por un magnífico lema, según el cual ‘todo empieza en una librería’. Hay mucha verdad en ello. No es cuestión de insistir en lo mucho que la lectura aporta, en lo mucho que los buenos libros pueden enriquecer nuestras vidas, en lo mucho que debemos a la ficción y al estudio.
Oviedo, 23 de julio de 2020. Por el centro de la ciudad, las terrazas estaban, al menos a última hora de la mañana, muy animadas, al tiempo que las librerías fueron unos pasos más allá de sus puertas, se hicieron y se dejaron ver y oír en las calles donde están ubicadas para recordar a los viandantes lo mucho que nos puede aportar ese gran invento al que seguimos llamando libro, formatos aparte.
Oviedo, 23 de julio. De algún modo, regresamos a la primavera por unos instantes. De algún modo, tuvimos la oportunidad de homenajear al libro, así como a las grandes figuras de la creación literaria.
Oviedo, 23 de julio de 2020. La mascarilla en la boca tal y como corresponde en tiempos de pandemia. Pero también el libro en la mano, ese libro que nos va a contar muchas cosas, que nos va ayudar a aprender y a explicarnos.