Llevamos meses comprobando que, en muchos casos, varios colectivos profesionales que están entre los que más hacen por la ciudadanía ni de lejos son compensados como merecen tanto en lo económico como en el reconocimiento social.
Uno de los gremios profesionales que está atravesando muy malos tiempos es el del Taxi. De hecho, según la noticia que publica Alberto Arce en “El Comercio”, en Oviedo toda la flota del taxi está en la calle, pero éste es el peor mes de julio que los profesionales del sector recuerdan. De hecho, el presidente del colectivo habla de un 30% menos de actividad. Y, durante el estado de alarma, la actividad se redujo a la mitad.
Este sector debería ser apoyado por parte de las instituciones más allá de meras declaraciones retóricas, pues, entre otras cosas, estamos hablando de una actividad profesional que presta un servicio esencial e imprescindible a la ciudadanía, y que merece que se le ayude lo antes posible a que pueda levantar cabeza.
Confieso que siento especial apego a estos profesionales. Durante mi infancia en la Plaza del Carbayón, había una parada que estaba justamente delante del portal. En mi adolescencia y primera juventud, también los tenía muy cerca cuando viví en Toreno 5.
Nunca olvidaré una silla de niño en la que viajé en un taxi en el que nos subimos mi madre y yo en la plaza del Carbayón. Nunca olvidaré, en otras etapas posteriores de mi vida, las gratas conversaciones que tuve con profesionales de este sector cuando el tiempo de la carrera así lo permitía.
¡Larga vida al colectivo del taxi!