Leo en EL COMERCIO que en Oviedo los bares de copas podrán abrir con el mismo horario que las cafeterías, o sea, desde por la mañana. Dando por hecho que tal cosa dista lo suyo de ser lo ideal, esperemos que, al menos, alivie un mínimo la situación por la que pasan estos establecimientos de hostelería al tiempo que su potencial clientela se va a encontrar con unas opciones con las que probablemente no contaba.
Pienso en las posibilidades que esto tiene puertas adentro. O sea, los locales, en pleno día, se pueden ambientar de tal modo que las personas que se adentren en ellos puedan sentir que, de repente, se pasó del día a la noche, de la luz a la oscuridad, de la actividad callejera a la tranquilidad de la noche.
Se pueden ambientar, insisto, no sólo con la luz interior, sino también con la música que se elija para complacer y amenizar a la clientela. Sólo hace falta aplicar determinadas técnicas en lo que a la luz interior se refiere y, por otro lado, que todo el mundo, personal hostelero y clientela, pongan en marcha su imaginación, poderosa siempre, más en estos tiempos.
No se podrá bailar ni tampoco amplificar la música. Pero la imaginación está ahí, su poderío es innegable.
Podrán abrir estos negocios sus puertas a partir de las once de la mañana. Ignoro si tendrán público a esas horas tan tempranas para negocios nocturnos. Sin embargo, conforme vayan menguando los días, acercándose la noche, hay motivos para creer que esta medida puede funcionar.
Y, como se sabe, a partir de las doce de la noche, no está permitido seguir atendiendo a la gente que deberá dejar los locales una hora después.