Tras las declaraciones del señor Antuña, en las que, entre otras cosas, intenta descalificar con brocha gorda y cierto matonismo político al actual Alcalde de nuestra ciudad, uno no puede dejar de preguntarse hasta qué extremo puede llegar a veces el cuajo de muchos de nuestros políticos.
Al señor Antuña, estando Caunedo muy ausente para ejercer de líder de la oposición, no sólo le toca hacer las veces de su cabeza de grupo, sino que además se dedica a intentar buscar justificaciones a lo injustificable. Sabemos que ello es muy difícil, pero, al menos resulta exigible cierto decoro y un poco de ingenio. Pues bien, nada de esto hay.
Resulta de todo punto inadmisible afirmar que Oviedo está preparado para hacer frente a las consecuencias de unas sentencias judiciales que desangran económicamente a nuestro Consistorio a resultas de determinadas decisiones que se tomaron en tiempos del gabinismo. Primero, porque, aun en el supuesto de que la economía del Ayuntamiento fuese boyante, no es de recibo en ningún caso que la ciudadanía tenga que costear excesos y delirios de nadie. Y a estas alturas, es imposible poner en duda que las “operaciones” de villa Magdalena y de los Palacios supusieron derroches delirantes que en nada benefician a la ciudad.
¿Puede Oviedo con todo? En efecto, sobreviviremos al gabinismo, pero nos saldrá muy caro. Ahora bien, resulta indignante que no se asuman responsabilidades y errores. No se trata de pedirle esas responsabilidades personalmente al señor Antuña, pero lo menos que podría hacer el que, según parece, es el delfín de Caunedo, sería ocuparse del presente y del futuro, dando paso a que las explicaciones vengan de quienes entonces tenían en su manos la posibilidad de tomar decisiones.
¿Puede el señor Antuña creerse que hay solo ciudadano en Oviedo que acepte costear con sus impuestos el pago que la sentencia judicial establece con respecto a villa Magdalena? ¿Puede el señor Antuña convencer a alguien de las bondades estéticas del Calatrava? ¿Puede el señor Antuña pedir a la ciudadanía de Oviedo que se resigne a que la llamada operación de los Palacios sea una ruina?
¿Puede Oviedo con todo? Desde luego, los referidos casos no pueden ser bajo ningún concepto exhibidos como logros, mostrados como orgullo de la ciudad. Ante ello, si no se opta por el silencio, lo único que se puede es aceptar que se cometieron errores, y de bulto.
Fíjese, señor Antuña. Ni siquiera pretendo que se entre en intencionalidades ni en intereses. Me conformaría con mucho menos.
Pero, viendo de qué modo se despacha usted, lo único que hace es arrojar aún más bochorno e indignación