Entre las muchas que conviene recordar acerca de nuestra más reciente historia en el orden cultural, está la figura de Clarín, y no sólo como el autor de una de las grandes obras maestras de la narrativa decimonónica, sino también como uno de los grandes articulistas de su tiempo. Conocido es aquello que declaró en su momento afirmando que había sido, ante todo, un periodista.
Pues bien, cuando se aproxima el 125º aniversario del Teatro Campoamor, proyecto en el que Alas se implicó tanto, se me ocurre que una forma de hacer los honores por todo lo alto al propio teatro y al literato sería convocando un premio periodístico que llevase el nombre de Clarín y que se concediese a la mejor columna periodística del año en nuestro país. Por supuesto, tanto el jurado que fallase el premio como también la dotación económica deberían estar a la altura de las circunstancias. Y se da por descontado que la entrega del galardón debería tener lugar en el propio teatro Campoamor.
Con ello, no sólo se rendiría un más que merecido homenaje al Clarín artúculista y al Clarín ciudadano de Oviedo que luchó para que nuestra capital contase con un gran teatro. Además, de eso, nos serviría como recordatorio de lo que fue la mejor Asturias, aquella en la que Leopoldo Alas ejercía su autoridad desde Oviedo como crítico literario y como analista de la vida pública de la España de su tiempo.
A decir verdad, es injusto que el nombre de Clarín no esté ligado también al mejor periodismo, al mejor columnismo. A decir verdad, la figura de Leopoldo Alas debe estar asociada de forma perpetua la Teatro Campoamor.
Lo cierto es que apenas se conoce el soberbio texto que escribió Fernando Vela sobre aquel Clarín melancólico en el Campoamor. Lo cierto es que apenas se tiene noticia de la paradójica relación que Clarín tuvo con el teatro como género literario. Lo cierto es que sería muy saludable que se recordase con toda la solemnidad que el caso requiere que el mejor periodismo también se dio cita en Oviedo.
Hecha está la propuesta, que considero no sólo viable, sino sobre todo y ante todo, de justicia poética.
El Ayuntamiento de Oviedo tiene la palabra.