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Luis Arias Argüelles-Meres

Panorama Vetustense

Recuerdos de Oviedo: Salesas: Cuando “se descubrió” el Centro

La imagen puede contener: una persona, de pie e interior

«Lo más característico de la vida moderna no era su crueldad ni su inseguridad, sino sencillamente su vaciedad, su absoluta falta de contenido». (Orwell).

Última hora de la mañana de un sábado. Principiaba la década ochentera. El arriba firmante viajaba por Oviedo en uno de aquellos microbuses cuyo tubo de escape lanzaba más emisiones de CO2 que el mayor vehículo que uno pudiera imaginarse. Había muy poco movimiento por las calles en aquellos instantes. Y, de repente, vi que en una valla publicitaria se decía algo muy llamativo: “Vamos a descubrir el Centro”. ¡Madre mía!
Claro, si mal no recuerdo aún gobernaba la UCD, o sea, la Unión de Centro democrático. Claro, aquello no podía ser: UCD era el partido político que llevaba gobernando España desde las elecciones de 1977, o sea, no se trataba de una formación política emergente, no podía serlo. Entonces, semejante reclamo publicitario estaba entre lo sorprendente y lo inquietante. Desde luego, no pasaba desapercibido.
Sin embargo, como suele suceder en tales casos, aquello nada tenía que ver con lo primero que acudía a nuestra mente. Se trataba de muy distinta cosa: lo que se iba a descubrir –y a inaugurar- era el Edificio Salesas que, como su propio nombre indica, se construyó sobre el solar del Convento de monjas que llevaba tal nombre.
Así pues, nada que ver con la política –o sí- pero, en todo caso, no guardaba relación ninguna con aquel partido político a cuyo frente había estado don Adolfo Suárez hasta que dimitió en el 81, sucediéndole don Leopoldo Calvo-Sotelo.

Pero, ante todo y sobre todo, aquello supondría un cambio muy profundo en nuestras vidas y costumbres. Hasta entonces cualquier Híper que se preciase estaba a las afueras de la ciudad. Lo que en los últimos años se vienen llamando Grandes Superficies no se ubicaban en el centro urbano, eran periféricas.
Hasta entonces, en el cogollo de las ciudades había los comercios tradicionales de siempre y supermercados, que, por lo común, también eran muy familiares, que tenían dueños visibles y reconocibles, personas sensatas y de orden que se relacionaban con su clientela de cada día. Personas de mundo, a quienes lo cotidiano no les era ajeno. Siempre había un don Amable o una doña Elvira controlando el negocio y comentando lo mal que iba el mundo con la vecindad que compraba.También se interesaban por la salud de los más longevos de cada familia. Todo estaba en orden.
Pero, en el caso concreto del comercio de Oviedo, está muy claro que hubo un antes y un después del Centro Comercial que se instaló en el edificio Salesas. Ya no hacía falta salir de la ciudad para hacer una compra semanal o mensual en un hipermercado.
De todos modos, no fue el único cambio que trajo consigo el mencionado edificio, pues, entre otras utilidades, transitarlo interiormente facilitaba el periplo entre las calles General Elorza y Nueve de Mayo, resguardándose, así, del frío, de la lluvia, del calor, de lo que fuese. Y, por otra parte, muy cerca de la entrada por 9 de mayo, en sus primeros tiempos, era el enclave de tertulias de personas mayores que utilizaban para ello unos bancos que no tardaron mucho en dejar de existir.
Por otra parte, también hay que hablar de las salas de cine que llegaron con la nueva edificación. Cierto es que estaban en el centro de la ciudad. No obstante, distaban mucho de tener el empaque de las salas tradicionales de Oviedo. Con todo, se incrementó la “oferta” cinematográfica en la ciudad, si bien aquello no sería por mucho tiempo. Es más, hasta se podría barruntar que fueron, sin que pudiéramos saberlo entonces, el anticipo de lo que vendría después: una ciudad sin salas de cine, lo que no deja de ser una enorme pérdida para todos.
Pero volvamos a las vísperas de aquella inauguración. Bien pensado, aquello fue un paso decisivo a la hora de conformar los cambios de usos y costumbres que se vinieron sucediendo en las últimas décadas. Desde luego, en este aspecto, podría decirse que Oviedo no sesteaba.
Antes de que se instalase “El Corte Inglés”, la primera marca comercial que ocupó los locales del edificio fue Mamut, firma francesa que, como el propio nombre indicaba, decía en su propaganda estar dispuesta a dar un fuerte “trompazo” a todos los precios.
Y, por otra parte, incluso para quienes no somos ni fuimos consumistas compulsivos, resultaba interesante, como fenómeno sociológico, transitar aquello, observar usos y costumbres, contemplar los decorados, tomar un café sin vistas a la calle, sino al espectáculo de las gentes que iban y venían, que van y vienen, de tienda en tienda.
Distintos ambientes, diferentes decorados, negocios que fueron abriendo y cerrando, todo un mundo comercial en el cogollo de Vetusta. Un alto en el camino de las compras más o menos compulsivas para tomarse un refresco, para descansar las piernas, para que las criaturas merendasen. Y -¿cómo no?- ojear libros, fijarse en las novedades.
A propósito de esto último, en su momento, me llamó mucho la atención que los libros fuesen una mercancía más, que pasaba por caja, sin el olor a papel inconfundible de las librerías de siempre, sin las colecciones de clásicos, sin personal con quien departir sobre lecturas recomendadas y hasta recomendables.
En efecto, se “descubrió” el Centro. En efecto, Salesas fue y sigue siendo la metáfora visible del apogeo de lo que Juan Cueto Alas llamó “la sociedad de consumo de masas”.
En efecto, las “Grandes Superficies” decidieron residir en el centro de las ciudades, ubicación de todo punto lógica para quienes se convirtieron también en el centro –incluso epicentro- de la vida ciudadana.
Y, como anécdota, una tarde, ya en los años 90, en una de las cafeterías ubicadas en la planta que da a la calle Nueve de Mayo, vi que alguien empezaba a leer “Grandes Esperanzas”, de Dickens. Era una señora que, tras depositar las bolsas de la compra en el suelo, abrió el libro en un suspiro.
Y suspiró.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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