A lo largo de un campeonato, no son pocos los partidos que se deciden por pequeños detalles. El encuentro de ayer fue un claro ejemplo de ello. Porque, a pesar de que no se le saca el rendimiento al que estábamos acostumbrados en las jugadas a balón parado, a pesar también de que ese último pase letal para el contrario no existió en el choque contra el Barcelona B, lo que nos privó de la victoria fueron los pequeños detalles.
Para empezar, el gol anulado a Toché, pues no se puede hablar de fuera de juego cuando tocó el balón un defensa rival. Para seguir, el circo del árbitro no sólo con la expulsión de Anquela, sino también y, sobre todo, por haber tolerado que alguien fingiese una agresión que nunca existió.
No pretendo con esto incurrir en un discurso victimista y echar todas las culpas al árbitro, tapando carencias en el juego que, sin duda, las hubo. De todos modos, lo que hay que evitar a toda costa es que el fantasma de la mala racha haga mella en el ánimo del once carbayón. Seamos claros: en Cádiz se perdió injustamente, ante el Albacete, sin embargo, el Oviedo estuvo espeso, algo que, estadísticamente hablando, parece inevitable que algo así se produzca en más de un partido. Frente al Zaragoza, aparte de otras muchas consideraciones que puedan hacerse, el conjunto carbayón no perdió la dignidad en ningún momento. Y, en el partido frente al filial del Barcelona, la victoria no llegó por los pequeños detalles de los que vengo hablando.
Aun así, también hay que ver aspectos positivos. Fabbrini no sólo tiene una calidad indudable, sino que además puede ser un jugador decisivo entre el centro del campo y el ataque. Eso lo dejó demostrado en la noche del viernes y es de esperar que vaya a más.
Por otro lado, es más que probable que Toché no va a tardar en volver a encontrarse con el gol, lo que, sin duda, contribuirá de forma decisiva a salir de este bache, bache de resultados y de juego arriba, que no de falta de compromiso e intensidad.
Tras la espesura frente al Albacete, el siguiente partido en el Tartiere, el del viernes, estuvo presidido por esos pequeños detalles, que, a veces, deciden una victoria, que, en ocasiones, la impiden.
Toca seguir sufriendo, toca conjurarse para corregir carencias. Pero no hay motivos para que cunda el desánimo.