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Luis Arias Argüelles-Meres

Panorama Vetustense

RECUERDOS DE OVIEDO: DE SAN REMO A LA GRAN VÍA

«Nadie, nadie en absoluto está excluido de llegar a ser un individuo, excepto aquél que se excluye a sí mismo convirtiéndose en multitud». (Kierkegaard). 

Hubo un tiempo en Oviedo en el que las salidas vespertinas de adolescentes y jóvenes se repartía entre la que era entonces la zona de los vinos, la calle San Bernabé, y la avenida de Galicia. Les hablo de los últimos años de los setenta y de principios de los ochenta.

Y, en lo que a mi memoria se refiere, el primer establecimiento de la Avenida de Galicia por el que deambulábamos en pandilla fue La Gran vía, cuya ubicación no era la actual, sino justo enfrente. Con el paso del tiempo, fuimos transitando otras muchas cafeterías de tan importante avenida vetustense: San Remo, Dickens, Oliver, El Rey del Café Irlandés, Zoska, y seguro que me queda alguna sin nombrar.

En cuanto a La Gran Vía, no sabría decir si allí se oía música ambiente, tampoco conservo recuerdos de cómo eran el vino o la cerveza que consumíamos. Lo cierto es que todo ello resultaba secundario: lo esencial consistía en el hecho de unir mesas y mesas e hilvanar conversaciones en las que todos los allí presentes, o, en todo caso, la gran mayoría pudiéramos participar. Apenas habíamos comenzado a frecuentar las discotecas, y aquello era un punto de partida para adentrarnos en la segunda adolescencia. Cursábamos los últimos años del bachillerato. Entre aquellas pandillas, era frecuente que muchas chicas acudiesen a la Gran Vía vestidas con el uniforme del colegio.

De todos modos, el establecimiento más clásico de la Avenida de Galicia fue, sin duda, San Remo, que, sin moverse del sitio, vivió varias épocas, y no me refiero a los cambios que pudo haber en la propiedad del negocio, que seguramente los hubo, sino a los distintos ambientes que allí se fueron superponiendo, al tiempo que la estética del local no experimentó grandes transformaciones.

Hablando de la cafetería San Remo, ¿cómo no recordar aquel espacio tan grande que ocupaban los baños? ¿Cómo no recordar, asimismo, la parte de atrás, que, además de otros usos, tuvo también el de las parejas que no querían acomodarse en la primera fila de la cafetería haciendo de escaparates ante el mucho público por allí transitaba?

Cafetería San Remo, de una amplitud enorme, con un mostrador que no se sabía dónde acababa y, sobre todo, qué enorme recorrido tenía. En su mostrador, acaso en sus últimos años de apogeo, los expositores en los que se podían ver los pinchos constituían uno de sus mayores atractivos. Es posible que este negocio tuviese en sus primeros años su punto fuerte en las meriendas y, sin embargo, en su última época, fuese una referencia del café y pincho mañaneros para muchísima gente, no sólo de paso, sino de funcionarios que o bien desayunaban allí inmediatamente antes de incorporarse al trabajo, o bien disfrutaban del pincho y del café a media mañana.

No sé con precisión si cuando se abrió san Remo, la sucursal bancaria que siempre estuvo a su lado pertenecía aún al Banco Asturiano o si la entidad que funcionaba en aquel momento era ya el Banco de Bilbao. En todo caso, nos encontramos ante dos negocios muy vinculados a la Avenida de Galicia.

Cafetería san Remo. Tampoco soy capaz de recordar con nitidez la primera vez que entré en el establecimiento del que venimos hablando. Lo cierto es que, sobre todo a principios de los ochenta, lo frecuenté mucho, especialmente por las tardes de otoño e invierno. Había que atravesar casi todo el local para llegar a aquella parte de atrás en la que, según me contaron, hubo un tiempo en el que se jugaba mucho a las cartas. Pero, en la época de la que les hablo, aquello ya era historia, y tampoco predominaban las tertulias, si por tal cosa se entiende conversaciones en las que participan más de dos personas. Lo más habitual eran las parejas que, alrededor de un café o de un refresco, pasaban allí gran parte de las tardes, tanto por semana, como también los sábados, domingos y festivos. Por mucha gente que hubiera por allí, creo recordar que, por lo común, no resultaba agobiante el runrún de tantas conversaciones.

¿Y qué decir de las noches en la cafetería san Remo? Aquello eran estancias más bien breves a la salida del cine y, según me dicta mi memoria, no solía haber mucha gente a aquellas horas. Lo dicho: paradas por poco tiempo, el último café de la jornada, el comentario breve acerca de la película que se había visto, la planificación del día siguiente. Todo ello, en un momento ya de recogida y retirada.

¿Y las mañanas? Apenas frecuenté San Remo a primera hora. Lo hice más a última hora de la mañana coincidiendo con la hora del vermú.

Cafetería San Remo. En lo personal, los recuerdos más importantes fueron algunos encuentros con el poeta Víctor Botas en el verano del 81. Allí me regaló firmados sus primeros libros, entre ellos ‘Las cosas que me acechan’ y el ‘Homenaje’ poético que le dedicó a Borges. Nunca olvidaré su ironía y elegancia.

Cafetería San Remo. Una tarde de verano del 1983, en la que se intentaba aclarar puntos acerca de algo que tocaba su fin, pero que, en realidad ni siquiera había llegado a empezar del todo.

Cafetería San Remo. Puede que, al pasar por allí delante, más de uno extrapole la canción de Sabina que habla de que años después de un memorable encuentro nocturno, se encontró que allí ya no estaba aquel bar.

Cafetería San Remo, acaso una de las más transitadas de Oviedo, tanto por su larga vida, como también por su privilegiada ubicación.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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