Fue, con mucho, el partido en el que el Real Oviedo tuvo más ocasiones de gol en todo lo que llevamos de Liga en Segunda División. Aun así, se sufrió mucho al final. Tanto fue así que llegamos a desear que el árbitro pitase el final del encuentro.
En la primera parte, tras un gol tempranero, se podía presagiar que, por fin, íbamos a ganar el partido con claridad y solvencia, pero se fallaron muchas ocasiones. El balón no quiso entrar cuando todo parecía indicar que iba a hacerlo, tras un cabezazo de Linares que, según creo, rozó el poste.
Pero, nada más comenzar la segunda parte, el panorama cambió mucho. De entrada, se vio la calidad que atesoran varios jugadores del filial de Sevilla, que, en sus regates, ganaban casi siempre la partida a los defensores del Real Oviedo. A ello hay que añadir que volvimos a mostrarnos inseguros, acaso por no haber sabido sentenciar el encuentro cuando todo estaba a nuestro favor para ello.
No obstante, el gol de Christian nos dio una tranquilidad momentánea al considerar que, con una ventaja de dos goles, al margen de otras consideraciones, la victoria ya era nuestra. Pero el filial sevillista no se entregó y llegó esa jugada aciaga del despeje del defensa oviedistas que se coló en nuestra propia portería.
A partir de ahí, cundió el nerviosismo en todo el Carlos Tartiere, tanto en la grada como en el césped. Juan Antonio Anquela, una vez más, escenificaba su monólogo de desesperación desgañitándose alrededor del banquillo. Se le vio cabreado ante la pérdida de algunos balones. También ante la falta de mordiente puntual de algún futbolista azul.
Salió Toché al campo sustituyendo a Linares y el delantero murciano le sirvió una gran ocasión de gol a Diegui. Más tarde, entraría en juego el centrocampista húngaro Hidi. Y, miren por dónde, una de las cosas más positivas del partido frente al Sevilla Atlético fue que este jugador, que tuvo una larga lesión a principios de temporada, del que se esperaba mucho y que sólo jugó desde entonces en ocasiones esporádicas sin haber destacado gran cosa, en el tiempo que estuvo en el campo, pasó bien el balón, luchó y demostró que se puede ser útil al equipo.
De veras que espero no equivocarme en esta apreciación.
En el horizonte más inmediato, dos partidos que serán dos finales a la espera de que, por fin, podamos jugar la promoción de ascenso.