>

Blogs

Luis Arias Argüelles-Meres

Panorama Vetustense

Recuerdos de Oviedo: En el 40º aniversario de la autopista “Y”

“La vida sólo puede ser comprendida hacia atrás, pero únicamente puede ser vivida hacia delante”. (Kierkegaard).

 

De Oviedo, costaba salir y entrar por carretera. A quienes les tocó viajar a la meseta por El Padrún, no olvidarán nunca lo dificultoso que resultaba abandonar  Asturias por aquel itinerario de interminables curvas. A quienes soportaron en Oviedo los baches en la calle General Elorza, tendrán siempre presente cómo terminaba en nuestra ciudad el paso de una carretera nacional. A quienes somos del occidente de Asturias, jamás borraremos de nuestro recuerdo lo insoportable y pesado  que se hacía el tramo entre Trubia y Oviedo.

Y, miren, los baches de General Elorza se prolongaron en el tiempo tanto que fueron casi coincidentes con la puesta en marcha de la Autopista “Y”. Nuestra falta de transitividad que en su momento nos reprochó Ortega puede que tuviese relación con las dificultades de salida y entrada a nuestra tierra, al menos podría simbolizarla.

Pero vayamos a aquel momento, a febrero de 1976, cuando se inauguró la “Y”. Gobernaba en España Arias Navarro, confirmado por el Rey para que continuase al frente del Ejecutivo. El panorama político y social distaba mucho de estar despejado. Se nos decía, por parte del propio Presidente, que íbamos, sí, a una democracia, pero con un añadido nada baladí, una democracia española, o una democracia a la española, o sea, a una democracia cañí, nos temíamos muchos. Eran tiempos de huelgas y protestas callejeras. Era un tiempo en el que los principales líderes políticos de oposición al régimen, eso sí, muy tímidamente, se empezaban a dejar ver y oír. Era un tiempo en el que Fraga Iribarne, omnipresente en los medios, hacía declaraciones continuas en la prensa extranjera. Eran tiempos de esperanzas y miedos, de sueños y pesadillas.

Y entonces llegó la autopista que acercaba mucho a las tres principales ciudades asturianas. Marcó, es obvio, un punto de inflexión. Desde Oviedo, ir a la playa en coche, bien en el vehículo propio, bien en autostop, resultaba muchísimo más llevadero.

¿Cómo olvidar aquellas caravanas interminables entre Oviedo y Gijón, especialmente en verano, especialmente, los domingos? Se diría que se dejaba atrás una suerte de maldición. Se diría que, para disfrutar de la playa, ya no había que pagar un tributo tan alto en el factor tiempo, ya no había que someter al sistema nervioso a tanta tensión.

¿Cómo olvidar la sonoridad que producía el firme de la autopista, algo realmente nuevo y peculiar? ¿Cómo olvidar, asimismo, aquellos segundos de duda que asolaban a quienes conducían los coches en lo que se refiere a que no era necesario estar pendientes del tráfico que circulaba en sentido contrario? ¡Qué lujo poder adelantar sin preocuparse de lo que podía venir frente a nosotros! Se impuso gracias a la “Y” la necesidad de mirar por el retrovisor, como el pasado que, según Kierkegaard es imprescindible para entender nuestras vidas. Lo cierto es que no era fácil despreocuparse de los vehículos que circulaban frente a nosotros, porque la doble vía era una novedad y un lujo. Y es que, en tramos con poca visibilidad, había que hacerse a la idea de que el choque frontal era imposible, salvo gamberradas tremendas o despistes memorables, que hubo, como se sabe.

Leí estos días que la “Y” sentó las bases de eso que algunos llaman la gran ciudad astur. Resulta innegable que así fue. Distinta cosa es cómo se asumió aquello en el arcano sociológico de las tres grandes ciudades, porque, a día de hoy, los localismos no son precisamente historia.

Pero, en todo caso,  la “Y” transformó muy seriamente la vida cotidiana de Asturias, aquello abrió una brecha aún mayor entre el centro de esta tierra y lo que, andando el tiempo, se vino en denominar como “las alas”.

Y es que, para salir al occidente, el tramo entre Trubia y Oviedo siguió hasta 2004. Y es que las infraestructuras por carretera con las alas, sobre todo, con el occidente, no se pusieron a  la altura de los tiempos hasta bien entrado el siglo XXI, sin perder de vista tampoco lo que se prolongó en el oriente el famoso tramo entre Unquera y Llanes.

Pero volvamos, digo, a aquel momento. Y, entre otras muchas cosas, la ausencia de gentes haciendo dedo sobre todo en verano, no hace percatarnos de lo mucho que cambiaron en los últimos años los usos y costumbres. Las generaciones actuales no tendrán en su repertorio de recuerdos haber viajado haciendo autostop. Hablamos de un tiempo que, salvo excepciones, era impensable que los estudiantes universitarios tuviesen a su entera disposición un vehículo para viajar. En el mejor de los casos, y excepcionalmente, alguna vez conducían el de la familia.

Por otra parte, ahora que se cumplen 40 años de la inauguración de la Y, también llama nuestra atención la cantidad de “pinchazos” que tiene actualmente la “Y”, como una especie de matriz de las comunicaciones por carretera en la Asturias de las últimas décadas.

Sin embargo, miren ustedes por dónde, ahora como entonces, el acceso a Gijón desde la autopista por Avilés sigue siendo tan precario como cuando se inauguró, ello por no hablar de los accesos a entornos industriales que no acaban de cimentarse y funcionar.

En 40 años, hemos pasado de “Y”, todo un acontecimiento, a aquella historia interminable de la “Y”, de Bimenes, que no se sabe bien cuánto tiempo llevó aquello y qué discutido fue. Hemos pasado a otras autovías que no se sabía bien dónde iban a terminar y cómo. Hemos pasado de lo imprescindible a lo faraónico, por no decir, al despilfarro.

Pero volvamos a febrero del 76. Recordemos los coches que entonces circulaban. Rescatemos episodios que tanto llamaron nuestra atención. Por ejemplo, en lo personal, nunca olvidaré el espectáculo de un seat 1430 que se quemó a la entrada de Oviedo, tras haber sido sometido, según  las apariencias, a una tortura de ruido y furia por parte de un conductor que amaba sobre todo la estridencia, la del motor que se incendió y la de la música hortera que seguía sonando cuando se produjo aquel episodio de contaminación acústica, de la que entonces aún no se hablaba en aquel verano del 76, con el estreno de Adolfo Suárez como Presidente del Gobierno.

Temas

Blog de Luis Arias Argüelles-Meres

Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


febrero 2016
MTWTFSS
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
29