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Miguel Silveira

PSICÓLOGO DE CABECERA

VIOLADA CINCO VECES

Se me pusieron los pelos como escarpias al leer hace unos dias que cinco menores violaron a una menor de 13 años habiendo filmado con el móvil una relación previa de la menor con un amigo y amenazándola con mostrarlo a sus padres si se resistía a ser violada por ellos. Es tal la aberración de estos comportamientos, tal el desprecio por el respeto al otro, tal la insensibilidad de algunos chicos hacia el sufrimiento ajeno que es como para echarse a temblar. Detrás de esas conductas y otras parecidas hay una educación carente de valores y de frenos o límites morales en donde el ser humano aparece despojado de su dimensión espiritual y relegado a su parte animal, a ser objeto de uso, impulsado sobre todo por el principio egoísta de la conveniencia, la utilidad, la satisfacción del deseo y del placer morboso y la utilización vil del mismo. Me pregunto qué educación está fallando y me contesto que no es sólo la de los padres y de los profesores, pues esto sería reduccionista. Algunos modelos que se muestran y el ambiente reinante tiene tanta potencialidad educativa para bien o para mal como la de los padres. Si se palpa que los delincuentes no son ejemplarmente castigados, si la ley del menor y otras son demasiado permisivas, si un menor puede denunciar a sus padres y estos son requeridos de inmediato por el juez aunque no haya delito, si una chica va a poder abortar a los dieciséis sin consultárselo a los padres pero, si algo le sucede, los padres tienen que hacerse cargo de ella, si las televisiones exhiben escenas y comportamientos sexuales y violentos no aptos para menores en horario diurno, si los violentos parecen salirse con la suya, si no se potencia desde el modelo educativo el esfuerzo y el mérito, si todo se relativiza y casi todo vale, ya me dirán ustedes el armazón mental y moral que estamos construyendo en nuestros ciudadanos. Urge una educación en valores y en límites éticos promovida por los agentes políticos, los padres, los profesores, los periodistas y los responsables de las televisiones, por los jueces y por todos los ciudadanos en particular. Urge una intervención social que frene tanto desatino como esas violaciones y otras conductas aberrantes antes de que salud social y personal sea seriamente quebrantada. Todos somos responsables y por ello, además de protestar y no dejar que sea nuestro silencio quien otorgue, hay que instar a quien tiene el poder sobre los medios y a quien tiene el poder de formar que actúen y actuemos de inmediato, aunque al cabo de unos dias este suceso ya ha quedado enterrado en el olvido. ¡Qué pena!

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Sobre el autor

Psicólogo clínico, experto en ansiedad y estrés C/ Carlos Marx,1 - 6º D Gijón (Asturias) http://www.miguelsilveira.com http://www.estresyansiedadonline.com


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