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Miguel Silveira

PSICÓLOGO DE CABECERA

¡POBRES PROFESORES!


Conozco bien la profesión de profesor, pues la he practicado muchos años y me veo moralmente obligado a hablar del colectivo. Me consta que muchos están desanimados, estresados y algunos deprimidos. Sus condiciones ambientales han cambiado en los últimos años y se ven en medio de un fuego cruzado procedente de numerosos frentes. De los alumnos que les prestan poca atención en clase y no reconocen su autoridad moral o la aceptan a regañadientes y creen que pueden tratarles casi como si fuesen sus colegas.

De los padres que en cuanto que sus hijos se quejan de ellos, por distintas razones, acuden raudos a regañarlos, a veces a denigrarlos e incluso amenazarlos o agredirlos. De sus autoridades que dan a veces la impresión de no fiarse de su responsabilidad en el trabajo, que invierten poco en reciclarlos, y les imponen burocracia y mucho papeleo que les resta eficacia en la docencia y por tanto perjudica el progreso intelectual del propio alumno. De la sociedad que les niega prestigio y les ve como unos privilegiados con largas vacaciones. Y por si fuera poco, a veces, ese fuego procede de algunos de sus mismos compañeros de profesión que en lugar de apoyarles les atacan o les dejan abandonados antes algunos asedios, ataques o injusticias.

Así se explican tanto desánimo como el que hay extendido y tantas bajas laborales en ese colectivo. Ya sabemos que no son unos profesionales perfectos, por supuesto, pero necesitamos revitalizar la figura del profesor y del maestro por ellos pero también por nuestros propios hijos y su progreso intelectual, moral y educativo. O ¿se nos ha olvidado que los profesores son quienes les atienden durante al menos unos 12 a 14 años, los más importantes y decisivos de la vida de cualquier ciudadano? Si los profesores se encuentran motivados y se sienten reconocidos y respetados por las distintas instancias, empezando por los alumnos y sus padres, enseñarán más y mejor. No debemos tirar piedras contra el propio tejado y son precisamente los padres los primeros que han de prestigiarlos antes sus propios hijos.

Quitarles autoridad es una forma de minar la autoridad en líneas generales y esta, mal que nos pese, es fundamental para que el orden y el progreso sean una realidad y para que la convivencia social esté garantizada.

Temas de psicologia cotidiana para ayudar a vivir mejor

Sobre el autor

Psicólogo clínico, experto en ansiedad y estrés C/ Carlos Marx,1 - 6º D Gijón (Asturias) http://www.miguelsilveira.com http://www.estresyansiedadonline.com


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