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Miguel Silveira

PSICÓLOGO DE CABECERA

NAVIDADES TEMIDAS

Se acercan las Navidades y de un tiempo a esta parte cada vez hay más gente que las teme y desea que pasen cuanto antes. Tienen malos recuerdos y al asociarlas con alegría y jolgorio se entristecen pensando que otros lo pasan bien porque tienen familia mientras ellos sienten la ausencia de algún ser querido que ya no estará a la mesa cuando todos se sientan en plena Noche Buena.

Pero hay más. Hay los que careciendo de bienes y peculio no pueden adquirir aquellas viandas o bebidas, aunque no sean angulas, que otros sí se permiten. Otros se sienten mal días antes por tanto reclamo publicitario en las grandes ciudades como son los belenes, las luces, la música, los anuncios sobre el cava, la lotería y las montañas de juguetes que invitan al despilfarro. Lo entiendo aunque también entiendo la ilusión que esas fiestas entrañan para muchos. Y están los que, teniendo mala relación con sus parientes políticos tienen que soportarlos en la noche de marras y parecer felices sin estarlo. Pero también están los que saben por experiencia que esa noche en que los padres juntan a la familia puede ser explosiva pues algunos aprovechan el encuentro para sacar los trapos sucios y hacer acusaciones que hacen que la celebración se convierta en batalla.

En el caso de las celebraciones familiares, forzadas por los padres o por la tradición, procede decir que no se entiende el sentido que tiene arriesgarse a juntarlos a todos si se puede prever o se cree a ciencia cierta que puede haber conflicto y convertir la felicidad en un disgusto. Juntar a la familia es estupendo, más en estos tiempos en que sus miembros andan dispersos por el mundo, pero hacerlo a toda costa sin valorar hasta donde conviene es arriesgarse a sufrir innecesariamente.

Habrá casos en que es mejor que la pareja se separe esa noche y cada cual vaya a su antigua familia si con ello se cumple y se evitan disgustos. Igual que en relación con las celebraciones y los gastos. Cada cual que lo celebre como le apetezca o que no lo celebre y pase de la fiesta. Cada cual que se gaste lo que pueda o lo que quiera sin más obligaciones ni peajes. La libertad no tiene precio, aunque también es cierto que a veces hay que hacer un esfuerzo, si no implica serias dificultades, para que los demás disfruten de los cada vez más escasos y espaciados encuentros familiares. Felices fiestas.

Temas de psicologia cotidiana para ayudar a vivir mejor

Sobre el autor

Psicólogo clínico, experto en ansiedad y estrés C/ Carlos Marx,1 - 6º D Gijón (Asturias) http://www.miguelsilveira.com http://www.estresyansiedadonline.com


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