No es fácil encontrar personas que estén dispuestas a practicar la “escucha activa” porque o manifiestan no tener tiempo disponible para ello o porque tienen muy claras sus ideas y objetivos y creen que nadie puede aportarles nada interesante para ello, o porque les gusta discutir y argumentar y eso no propicia la escucha activa. También porque creen que los demás no pueden ofrecerles cosas interesantes o porque no están dispuestos a variar sus puntos de vista ni se muestran flexibles y receptivos.
Sin embargo la escucha activa es un modo excelente de aprender cosas nuevas de la gente, es una manera de mejorar sus relaciones personales, de aprender a delegar y descubrir que hay gente con la que pueden contar y les puede ser útil para trabajar en equipo. Para practicarla lo mejor es observarse a si mismo y descubrir si uno es un comunicador pobre en cuyo caso le interesa practicar ese tipo de escucha porque sabrá qué tiene que mejorar y estará receptivo.
Para practicar la escucha activa deben practicarse varias habilidades. Una de ellas es la de pensar que de los demás podemos aprender siempre aspectos valiosos. Así mismo para entrenarse conviene fijarse en las personas que comunican bien o comunican mal. Comunican mal aquellos que no paran de discutir cuando tienen una conversación, que interrumpen constantemente al que habla, que están esperando mientras el otro habla para decir lo que ellos piensan sobre el tema, que miran para otro sitio mientras les hablan u orientan su cuerpo no hacia quien les está hablando.
Los que hacen lo contrario son buenos comunicadores porque practican la escucha activa. Pero también la escucha activa consiste en concentrarse en el mensaje o lo que está diciendo el otro, consiste en llevar el hilo y de vez en cuando repetir alguna idea que acaban de escuchar para dar la sensación de que se está siguiendo la intervención. La practica quien de vez en cuando resume lo que acaba de escuchar, quien asiente con la cabeza o emite sonidos como “ahá” dando a entender que le interesa lo que le está diciendo. Quien se pone en la piel del otro o en su lugar y trata de entender lo que dice y por qué, quien hace preguntas y quien al escuchar busca puntos de acuerdo más que de desacuerdo.
Practicar la escucha activa es una forma de cambiar, progresar y aprender, de comprender al otro.