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Miguel Silveira

PSICÓLOGO DE CABECERA

¡QUÉ MALA SUERTE!

No hay vuelta de hoja. Nuestras desgracias o golpes de infortunio o nos los encontramos de camino sin haber tenido responsabilidad alguna o son el producto y resultado de nuestras decisiones arriesgadas, equivocadas o de jugar con fuego. Podemos decir que hemos tenido mala suerte si las variables exteriores, fuera de nuestro alcance, nos deparan severos o serios contratiempos, pero si estos son fruto de nuestras decisiones tomadas por impulso, por falta de reflexión o por precipitación, sin medir de antemano las posibles consecuencias adversas, o haciendo oidos sordos a recomendaciones bienintencionadas no podemos decir que sea mala suerte.

No son fruto de la casualidad o la mala fortuna sino la crónica de un revés anunciado y merecido, derivado de riesgos no suficientemente valorados. Si usted practica el sexo sin cuidado y contrae el SIDA no es cuestión de tener mala suerte igual que si practica deportes de alto riesgo y se lesiona. Por eso la mala suerte a veces la buscamos nosotros por no hacer previsiones, por no poner los medios y el cuidado adecuado y decidir lanzarnos al vacío sin la red protectora.

No somos responsables cuando el entorno y sus variables nos azotan pero cuando el azote viene como consecuencia de nuestro proceder, la responsabilidad, si las cosas se tuercen, es por completo nuestra y habremos de asumirlo en lugar de culpar a la fortuna o suerte de habernos ignorado. ¿Cuánto hay de malos resultados buscados por nosotros aunque inconscientemente? Y ¿cuánto de lo que nos sucede se debe abiertamente al azar, a la casualidad o confluencia de factores externos? No se pueden evitar sufrimientos derivados de agentes exteriores, pero evitar los derivados de nuestros propios fallos o errores personales por nuestra tozudez, por cerrazón, por precipitación o por incuria sí pueden evitarse en gran medida. Sólo nos hace falta reflexionar un poco, mirar los pros y contras y tomar precauciones así como dejarnos asesorar por quien sabe más que nosotros para evitar gran parte del dolor que nos oprime y gozar de mayor bienestar.

No podemos atribuir a los demás y a los “elementos” lo que a nuestra responsabilidad compete únicamente. Por eso a veces en lugar de decirte “¡qué mala suerte he tenido”! habrías mas bien de decirte “¡qué poco cauto he sido, qué irracional, qué caprichoso y qué inmaduro”! La suerte no tiene siempre la culpa, para bien o para mal, de lo que nos sucede. No siempre hay que tirar balones fuera.

Temas de psicologia cotidiana para ayudar a vivir mejor

Sobre el autor

Psicólogo clínico, experto en ansiedad y estrés C/ Carlos Marx,1 - 6º D Gijón (Asturias) http://www.miguelsilveira.com http://www.estresyansiedadonline.com


agosto 2010
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