Quizás la mayor tortura personal autoinducida, que existe, sea la del hipocondríaco, que como dice Félix Grandes, tiene “el almacén de su imaginación repleto de desgracias”. El hipocondríaco comienza a serlo cuando de una manera irracional da el salto ilógico del síntoma o molestia particular que siente a creerse enfermo ya irremediablemente. Incapaz de escuchar otras versiones que no sean las que él construye, escaso y falto de una información veraz y precisa y sobrado de interpretaciones subjetivas y extrapolación de los datos va labrando su condena personal y enorme sufrimiento mientras dura su estilo aprensivo, que si no se decide a modificarlo le durará toda la vida.
Creyendo que él está en lo cierto y convencido de que su profecía se va a cumplir no escucha a los demás, si intentan disuadirle de su preocupación. No va al médico porque tiene pavor a que se confirmen sus sospechas y si va no quedará contento mucho tiempo porque cree que no le acertó ya que sigue sintiendo las molestias. Necesita que un experto le escuche y le ofrezca argumentos que desmonten su error pero es difícil encontrar médicos que dispongan de tiempo suficiente para hacerlo. Necesita por tanto aprender a no magnificar sus males y a pensar que quizás se encuentre equivocado. Necesita aceptar que no todos los dolores y molestias denotan la misma enfermedad en todos los pacientes. Necesita dejar de navegar por Internet buscando la confirmación de sus sospechas para no confundirse más que está con datos que no sabe manejar o serán excesivos o de dudosa procedencia.
Debe escucharse menos a si mismo y estar más pendiente de todo lo de fuera. Dejará de auscultarse, tocarse y mirarse todo el tiempo para no realimentar sus múltiples temores. Le vendrá bien recordar que en otro tiempo temió estar enfermo de otra forma y eso no se cumplió. Luego, por la misma razón puede ser que los temores actuales sigan la misma suerte. Deberá aprender a disfrutar más de la vida y a tener la atención alejada del foco del horror que mira diariamente aunque sea esto lo más difícil. Deberá cuestionarse o poner en tela de juicio sus razones y argumentos y pensar más en otros temas de la vida.
Deberá esforzarse en vivir todos los días en lugar de morir poco a poco y además sin razón, como parece.